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Participé en el multitudinario acto “#NiUnaMenos” el 3 de junio en Buenos Aires , convocado por un grupo de colegas, artistas y dirigentes de organizaciones sociales, para rechazar los femicidios y reclamar la puesta en vigencia de la legislación que castiga esos delitos y otras medidas preventivas y punitivas.

Miles de personas se reunieron en la plaza del Congreso y sus alrededores, en respuesta a la campaña contra el femicidio, a la que adhirió la gran mayoría de la dirigencia política y sindical.

La iniciativa se inició luego del asesinato el 11 de abril de Chiara Páez, de 14 años, una chica embarazada, cuyo novio, de 16 años, la mató y la enterró en el jardín con ayuda de sus padres, en la ciudad santafesina de Rufino.

La manifestación, que también se realizó en varias ciudades del país, tuvo como eje principal el reclamo de más medidas contra la violencia de género, por la cual muere una mujer cada 30 horas, según estadísticas no oficiales. El Estado no lleva registros de estos asesinatos.

Estuve en la plaza del Congreso desde las 15.45 y luego de finalizado el acto, marché, con dificultad por la multitud que quería entrar al lugar pese a que el encuentro había terminado, por la avenida de Mayo hasta la avenida 9 de Julio.

La mayoría de los participantes fueron de mujeres, pero también muchos varones. La diversidad mencionada en el título de esta nota se refiere a que hubo personas de todas las clases sociales y edades, muchas madres con sus hijos pequeños.

También hubo militantes del kirchnerismo y de partidos de izquierda, de sindicatos y grupos estudiantiles, u muchas personas que respondieron en forma individual, familiar o grupal a la convocatoria.

Cerca del escenario, montado entre el monumento a los Dos Congresos y la calle Virrey Cevallos, y en la avenida de Mayo vi muchos grupos de mujeres de barrios pobres. También vi marchar mujeres que terminan sus estudios primarios o secundarios con el programa gubernamental “Ellas hacen”, provenientes del partido de La Matanza, el partido más poblado de la Argentina, ubicado en el Gran Buenos Aires.

La manifestación fue una expresión del poder de las redes sociales, porque la iniciativa se potenció en ese espacio hace unas tres semanas.

Cuando regresaba en el ferrocarril Mitre hacia mi casa, en Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires, subió al tren una decena de adolescentes que venían de la plaza del Congreso.

Eran estudiantes del ciclo secundario y tenían el uniforme del Instituto La Salle, de la ciudad de Florida, el mismo colegio donde estudió mi hija María. Hablaban con entusiasmo sobre el acto. Supongo que debía ser su primera participación en una reunión masiva que no era un recital.

En la educación está una de las claves para que prevenir y frenar el femicidio, una violencia doméstica que está incrustada en la sociedad, pero que gracias a esta movilización logró meterse en la agenda pública.

En este artículo hay fotografías propias de carteles caseros de participantes de la marcha. Y debajo, fotografías propias del acto, tomadas con teléfonos móviles Motorola Moto X segunda generación, Samsung Galaxy S5 y Nokia Lumia 1020, y editadas en Camera 360 y algunas de ellas, en Instagram. Al final del álbum hay una posdata.

PD: En medio de la manifestación pude comprobar las ventajas de la telefonía de cuarta generación 4G. La señal de Movistar era algo inestable, aunque pude publicar algunas fotos desde un Motorola Moto X de segunda generación. Me fue mejor con la conexión 4G de Personal, que estoy probando en un LG G2 Mini. Habilité ese teléfono como un punto de conexión Wi-Fi al cual vinculé un teléfono móvil Samsung Galaxy S5. Desde este equipo emití videos en vivo a través de Periscope, la aplicación de Twitter para “streaming”, en medio de la multitud a pocos metros del escenario, y publiqué fotos en redes sociales sin ningún problema, aunque la batería del LG G2 Mini quedó agotada al final del acto.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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