«La emoción a veces tiene mala prensa. Hoy vengo a reivindicarla. Es la emoción la que mueve y la que nos permite contar». La frase fue dicha de manera firme y clara, barnizada con suavidad femenina, por mi colega Magda Tagtachian en la presentación de su libro «Nomeolvides. Armenuhi, la Abuela Armenia», sobre la vida de Armenuhi Demirjian.
En esa reunión, que se llevó a cabo en la noche destemplada del 6 de septiembre en la sala Siranush del Centro Armenio, en el barrio porteño de Palermo, Magda (en la foto superior y en la última de este artículo) dialogó con el periodista Roman Lejtman acerca de esta obra, sobre la cual te conté en esta nota.
Ante una sala repleta de personas, Magda explicó la génesis y la concreción de este libro sobre la inspiradora vida de Armenuhi, abuela de la autora y sobreviviente del genocidio armenio.
La idea del libro surgió a partir de una nota que Magda escribió en la revista dominical Viva, que llevó al grupo editorial Penguin Random House a interesarse por la historia.
La autora trató con fuentes directas cuyas edades superan los 79 años de edad, algunas de ellas sus tías abuelas, quienes estuvieron presentes en la sala.
La periodista, cuya modulación de voz me recuerda a la de mi abuela armenia Lousaper, ubico a su familia dispersa por el mundo para la escritura del libro, una tarea que la tomó «por completo, como un tsunami».
En la presentación del libro asistieron Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación; Julio Croci, director nacional de Pluralismo e Interculturalidad de la Nación, y Lejtman, quien elogió el libro y opinó que «tiene un valor político».
«Cuando tenés que plantear una situación tan compleja como fue el genocidio armenio, siempre se apela a los recuerdos que se traducen en un discurso. Ayudan mucho las imágenes», planteó Lejtman.
«Si te dicen ‘dictadura militar’, inmediatamente te vas a acordar de los Ford Falcon, que te pedían el documento en el colectivo, que no te podías dar un beso en la plaza. Si te dicen ‘democracia’, es ese día del ’83 o, al margen de las miradas políticas, es (Raúl) Alfonsín hablando en el Cabildo. Si te dicen ‘retroceso’ es la obediencia debida, si te dicen ‘fracaso político’ es la represión en la plaza (de Mayo) de diciembre de 2001. Tu pensamiento se centra en una imagen, en un relato, en una anécdota, en un hecho parcial que permite identificar el todo. Ese es el valor del libro de Magda», resumió Lejtman.
El periodista concluyó que el libro «puede transformarse en un instrumento básico de la lucha del pueblo armenio» porque «lo explica fácil y llega al corazón».
Vuelvo a Magda: también escribe en la contratapa del diario porteño Clarín artículos en la sección Pasiones Argentinas, además de otras notas en ese matutino.
Esos relatos puedes encontrarlos aquí. Te invito a leerlos, porque son ejemplos acabados de narrativas emotivas y movilizadoras, al igual que su libro, que ya va por la segunda edición.