Vivo en Buenos Aires, una ciudad que le da la espalda al río de la Plata, por razones históricas, urbanas y geográficas. Para acceder a la costa debo sortear avenidas, construcciones y parques erigidos sobre terrenos ganados al río. Por ello disfruto ciudades como Chascomús, que se encuentra a un poco más de un centenar de kilómetros al sur de Buenos Aires, porque están integradas a su vecino acuático, en este caso con la laguna homónima.
Una franja de parque con árboles añosos separa la avenida de doble mano de la costa.
Allí habitantes de la ciudad y turistas se apoltronan para pescar y/u observar el paisaje mientras comparten un mate.
En la costa, acantilada en forma artificial, hay diferentes puntos de acceso a la laguna para ingresar embarcaciones.
Hay algunos clubes, restaurantes y confiterías pero la mayor parte del acceso a la costa está liberado.
También jalonan el parque algunas esculturas de metal.
Uno de los puntos principales de la costanera es su muelle principal, vecino al extenso parque Libres del Sur.
Recorrí la costanera de Chascomús el 4 de febrero de 2017, cuando tomé las siguientes fotografías:
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