El mundo es un pañuelo literario, en Trelew y en Buenos Aires. Así lo demuestra mi relación con Carolina Zamudio, una periodista que devino en poeta.
El 28 de octubre de 2017, mientras me encontraba por unas breves vacaciones en la ciudad chubutense de Puerto Madryn, mi amigo y anfitrión Pablo Gallegos me invitó a participar junto a «Meli», su pareja, al Eisteddfod, una festividad de origen de Gales, que se realiza en la provincia de Chubut, adonde llegaron en el siglo XIX colonos de esa nación británica.
Este festival comenzó a celebrarse en el siglo XII, cuando el conde Rhys ap Gruffyddd de Deheubarth organizó esta festividad y competición de poesía y música, en 1176.
En 2017 se llevó a cabo esta actividad en el salón San David de la ciudad chubutense de Trelew. En otra nota te contaré más sobre este festival, único en la Argentina.Luego de diversas pruebas de coros y bailes galeses, llegó el momento culminante de la noche: la entrega de la «Corona del poeta en idioma castellano».
Se leyó primero el poema ganador, escrito por una persona que usó el seudónimo «Bretón», y luego se la llamó en tres ocasiones, con toques de trompeta incluídos, hasta que al final la ganadora se puso de pie y fue enfocada por un reflector.
Se trataba de Carolina Zamudio, hasta esa noche una artista desconocida para este servidor .
La poesía, según el jurado, conjugó «dos niveles: interioridad y exterioridad. Fue conciso, preciso, con un hilo hipotético conductor claro. Un lenguaje despojado, con fuerte connotación semántica. Y un interesante uso de la puntuación», entre otros considerandos.
Sin embargo, mi curiosidad se despertó cuando escuché, en medio de la lectura de su extenso y merecido CV, una mención a su paso por el diario El Cronista Comercial y otras publicaciones porteñas donde tengo colegas amigos y conocidos.
Dueña de un carisma que combina serenidad y elegancia no exenta de calidez, la ganadora subió a la plataforma donde fue coronada.
Sentada en un trono de madera, escuchó algunos discursos y números musicales y de danza, tras lo cual regresó a su silla en el salón.
A continuación, una galería de fotografías que tomé esa noche de coronación:
A continuación, el video que grabé esa noche, emitido originalmente en Facebook Live, por eso lo verás en formato vertical:
Luego de la coronación, Pablo y «Meli» me invitaron a salir del salón para disfrutar de una cena en un restaurante vecino.
Mientras caminábamos hacia la salida, los detuvieron varios amigos y conocidos.
Yo continué hacia el hall de recepción y los esperé allí, justo cuando salía la poeta coronada.
Abordé a Carolina, no como Johnny Depp en la saga cinematográfica «Piratas del Caribe» :p , sino algo más educado: no todas las noches uno consigue hablar con una reina, aunque ya se había sacado la corona.
Me presenté y le mencioné un par de nombres de colegas que suponía que Carolina conocía: fue la llave para entablar un breve pero rico diálogo sobre su vida y la necesidad de difundir la poesía.
Nos despedimos con el compromiso de no interrumpir la relación que siguió desde ese enconces a través de redes sociales.
Me reencontré con Carolina el 12 de junio en una librería porteña, protegidos de una lluvia en medio de una noche casi helada.
Ese día, Carolina, quien visitó mi ciudad invitada al XIII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, presentaba su nuevo libro «La timidez de los árboles» en la hermosa librería «Libros del Pasaje», Thames 1762, en el barrio porteño de Palermo.
Recurriendo al poema en prosa, Carolina fusiona el contar con el cantar y crea con la característica particular de su pluma climas, atmósferas y sentidos.
El libro, de 58 páginas editado por Hilo de Plata Editores, tiene, al igual que su autora, un recorrido internacional: se presentó en la Filbo (Feria del Libro de Bogotá).
Carolina fue nombrada este año directora de la «Revista Latinoamericana de Cultura Literariedad», que se encuentra entre las tres revistas más prestigiosas de su género y con mayor audiencia.
Su más reciente premio literario, la participación en la Feria del Libro de La Habana y la publicación internacional de «La timidez de los árboles» se suman a este gran desafío: la dirección de una revista de renombre, transversal a la región.
Sobre este libro, el escritor Juan Manuel Roca comentó:
«Más que alegorías, hay en estos escritos imágenes, resonancias de un mundo habitado más allá de las palabras: `Libertad, te hago un altar de día de muertos y pongo todas las dudas sobre el amor´. Imágenes dolorosas pero sin la quejumbre sentimental. Imágenes cotidianas exaltadas a un plano estético que no medran la conmiseración sino más bien el registro de un mundo en barrena, como el plato del día en que se sirve a los comensales `una ensalada de endivias, peras y queso azul´, quizás un menú `para el gusto de los agonizantes´ como podría agregarle el embrujado García Lorca.»
Carolina nació en 1973 en la ciudad correntina de Curuzú Cuatiá, aunque se la puede considerar ciudadana del mundo: residió en los Emiratos Árabes Unidos, Suiza, Colombia y Uruguay, donde vive hoy.
Publicó los poemarios «Seguir al viento» (la Argentina); «La oscuridad de lo que brilla» (EE.UU.); «Antología Doble fondo XXII» (Colombia); y «Rituales del azar» (Francia), además de «La timidez de los árboles».
Participó de festivales y ferias en Colombia, Estados Unidos, Francia, España, Perú, Ecuador y Cuba, entre las que destacan el Festival de Poesía de la ciudad colombiana de Medellín y el de New York. Fue incluida en cerca de diez antologías en todo el mundo.
Lamentablemente no pude quedarme a la presentación porque tenía otro compromiso, pero tuve el placer y el honor de reencontrarme con esta artista de la palabra y comprar un ejemplar de su última obra que me llevé con orgullo con su dedicatoria personal, que preludia, como diríamos con mi amiga y colega colombiana Natalia Estefaníoa Botero, una epifánica lectura.