El Kilauea, el más activo de los cinco grandes volcanes del archipiélago hawaiano y del mundo, está en erupción y amenaza continuar. Un experto de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) explicó el fenómeno.
El volcán Kilauea no da respiro a los habitantes del paraíso de la Isla Grande de Hawái con sus erupciones acompañadas por temblores y terremotos, el fuego que brota por doquier y la creación de una nube tóxica por el contacto de la lava con el océano Pacífico.
El panorama futuro no es alentador. Este fenómeno volcánico, que resulta muy diferente a los registrados en la Argentina, fue explicado a la agencia Nex Ciencia por un científico de Exactas UBA.
«Según lo que indica el Observatorio Volcanológico de Hawái (USGS – HVO) se espera que continúe la efusión de lava desde las fisuras recientemente abiertas, y que las explosiones en el cráter sigan agrandando la boca de emisión», señaló Mariano Agusto, del Grupo de Estudio y Seguimiento de Volcanes Activos (GESVA), en el Departamento de Ciencias Geológicas de Exactas UBA.
No sólo es el más activo de los cinco grandes volcanes del archipiélago hawaiano, sino también del planeta, y desde principios de mayo, no deja de hacer honor a su nombre en lengua nativa que significa escupiendo o propagándose mucho.
«En los últimos días, los flujos de lava se observaron menos viscosos y con mayor velocidad, esto estaría asociado a una alimentación desde un fundido magmático fresco/renovado de mayor temperatura», puntualizó el vulcanólogo argentino.
Justamente, el magma o roca fundida que se genera en el interior del planeta, no es similar en todo el mundo.
«Las características del vulcanismo de las islas de Hawái está asociado a un magma composicionalmente muy distinto al de los volcanes de los Andes. Esto se debe a que el ambiente tectónico en el que se forman los magmas son muy diferentes», explicó Agusto.
Fuerzas en pugna
Desde hace miles de miles de años, por debajo de América del Sur hay una pugna silenciosa de fuerzas gigantescas: la placa de la corteza oceánica del Pacífico presiona debajo de la placa Sudamericana, y es lo que se conoce como proceso de subducción.
«En cambio, en Hawái, no hay proceso de subducción involucrado y los magmas provienen desde profundidades mayores del manto. Estos son magmas de mayor temperatura, menos ácidos y menos viscosos», detalló, y enseguida agregó: «No hay en nuestro país volcanes con las características de Hawái».
Entre las diferencias de ambos lugares, Agusto destacó: «Las erupciones que se producen en la Cordillera de los Andes, que afectan al territorio argentino, por lo general son más explosivas y pueden afectar superficies mayores a partir de la caída de cenizas, generando grandes inconvenientes. En tanto, en Hawái, las erupciones arrojan mucho menos cenizas y el derrame de lava abarca áreas menores. Pero el territorio de la isla del Pacífico es acotado y vive gente, entonces cualquier erupción más o menos por encima de lo habitual es posible que genere afectaciones como está sucediendo en estos días».
Salvo el Copahue, en la Argentina los volcanes están ubicados en zonas sin población cercana.
Otra aparición inquietante surgió en la Isla Grande de Hawái, con 185 mil habitantes y comenzó su viaje llevada por los vientos.
Se trata de una nube tóxica que es producto de la ebullición del agua del Pacífico en contacto con la lava, que en los volcanes con las características de Hawái tiene temperaturas de alrededor de los 1000ºC.
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«Es –precisó- una mezcla de vapor de agua con gas de ácido clorhídrico de origen volcánico y diminutos fragmentos de vidrio volcánico. Este vidrio volcánico se forma por el enfriamiento súbito de la lava al contacto con el agua, la fragmentación está asociada a la ebullición violenta. Esta nube puede ser peligrosa para la salud en las inmediaciones de la pluma, ya que puede irritar las vías respiratorias, los ojos y la piel», concluyó.