La calle Arroyo es una de las más deseadas de mi ciudad e incluso fue bautizada por el escritor Eduardo Mallea como el «codo de la aristocracia en Buenos Aires».
Hogar en la década del 60 del legendario club nocturno Mau Mau, uno de los más originales y exclusivos de la ciudad, Arroyo es la calle de varios edificios importantes e históricos, como la torre Mihanovich donde funcionaba el hotel Sofitel, así como joyas arquitectónicas del pasado porteño.
Con un estilo francés clásico y elegante que se puede ver en las hermosas mansiones y residencias, tiene uno de los vacíos urbanos más dolorosos de la ciudad: el que dejó el atentado terrorista, aún impune, contra la embajada de Israel, en la esquina con Suipacha, donde el 17 de marzo de 1992 murieron 22 personas y 242 sufrieron heridas.
Las calles en Buenos Aires forman una cuadrícula que cubre gran parte de la ciudad.
Sin embargo, Arroyo rompe el molde en el barrio de Retiro con una naturaleza notablemente curva.
Esta es una de las muchas razones por las que tantas personas se enamora del encanto de esta calle única con su aire francés, así como la sensación de que la calle es más exclusiva debido a que es tan corta, que se extiende desde la esquina de la avenida Alvear y Cerrito hasta la intersección con Esmeralda.
A pesar de su limitada longitud, la calle Arroyo ha logrado albergar la excelencia en todos los aspectos, entre ella la gastronómica, con Florería Atlántico, un bar que en 2018 fue elegido entre los 15 mejores bares del mundo (puesto 14) según el ranking The World’s 50 Best Bars.
Arroyo también es más conocida por su actual escena artística, ya que alberga las mejores galerías de arte de la ciudad.
El mediodía del 9 de agosto de 2018 la recorrí en sentido norte-sur, descendente por la numeración, y la fotografié con un teléfono móvil Huawei P Smart. La siguiente galería fotográfica está ordenada en forma cronológica.
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