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Desde el 18 de julio de 2019, tres gigantescos murales en uno de los lugares más concurridos de Buenos Aires recuerdan el mayor atentado terrorista que sufrió la Argentina, y como una metáfora, ilustran los desafíos de la administración que encabezará desde este 10 de diciembre el presidente Alberto Fernández.

Cuando se cumplieron los 25 años del atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en el que murieron 85 personas y centenares resultaron heridas, se inauguraron estos murales pintados sobre la fachada del Hospital de Clínicas a la calle Uriburu.

Las obras brindan un testimonio sobre el ataque ocurrido a las 9.53 del 18 de julio de 1994.

Los murales tienen 50 metros de alto por 14 de ancho, fueron pintados sobre los tres pabellones del hospital escuela de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que miran hacia la plaza Houssay y retratan con estilos diferentes una escena posterior a la explosión que colapsó el edificio ubicado en Pasteur 633.

Fotografié estas obras el 26 de septiembre de 2019 con un teléfono móvil Motorola One Zoom.

El primero de ellos, pintado por Mariano Antedoménico, más conocido como «El Marian», muestra a un grupo de vecinos organizándose para rescatar a las víctimas de entre los escombros a los pocos minutos del estallido.

El segundo mural fue realizado por Martín Ron y retrata la mirada de dos médicos recibiendo a los heridos, en un homenaje a todo el personal del Hospital de Clínicas que ese día recibió a más de tres centenares de personas afectadas por el atentado.

El tercer mural fue pintado por Mariela Ajras y muestra a una mujer con los ojos vendados y encerrada en un reloj de arena, representando el reclamo inclaudicable de justicia pese al paso del tiempo y de la impunidad que rodea a este ataque.

A partir de estas imágenes artísticas realicé una interpretación libre y personal.

El primero de los murales, de izquierda a derecha, el más cercano a la sede de la AMIA, muestra la cara más nefasta de lo que el hombre, cegado por el odio irracional, puede llegar a cometer.

Un horror, también generado por el hombre, es el que sufren de manera cotidiana y a fuego lento millones de personas que viven en la pobreza y en la indigencia en la Argentina.

El gobierno del presidente Mauricio Macri, que finaliza su mandato este 10 de diciembre, termina su gestión con un nivel de pobreza del 40,8% de personas afectadas por la pobreza y un 8,9% de indigentes.

Los datos corresponden al tercer trimestre de este año y se desprenden del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) donde se muestra una dura realidad respecto a otros años: la tasa de pobreza registra una fuerte alza en relación al año 2018 y al 2017, alcanzando los valores más altos de la década.

Según el informe de la UCA se estima que al tercer trimestre de este año el 32,1% de los hogares y un 40,8% de las personas se encuentran afectados por la pobreza.

Estos índices implican que 16 millones de argentinos viven en la pobreza y 3,6 millones en la indigencia.

La cifra resulta más alarmante si se tiene en cuenta que el 59,5% de los niños y adolescentes están comprendidos en la pobreza, con lo que son unos 7 millones de hogares de este grupo etario castigados.

Los niveles de inseguridad alimentaria severa registrados por la UCA también aumentaron: pasaron del 7,9% en el 2018 a 9,3% este año.

Estos datos se sustentan en las mediciones de pobreza por ingreso aunque también se midió en base a datos multidimensionales como la alimentación, salud, servicios básicos, vivienda digna y educación, entre otros.

La obra también refleja como en medio de la destrucción y el horror, cadenas humanas trataron de rescatar vidas entre los escombros, y se enlaza así con el segundo mural, el del centro, que muestra al personal del hospital demostrando la contraparte de ese horror de 1994.

En plena emergencia, sus profesionales pusieron en práctica la solidaridad, la atención, el cuidado al prójimo, y la defensa del valor de la vida.

Para sanar esas estadísticas de la pobreza y la indigencia, se necesitará de esa capacidad demostrada por los médicos y trabajadores de la salud del hospital hace 25 años.

El tercer mural trabaja sobre la idea de cómo el paso del tiempo terminó transformando la esperada justicia en impunidad. Terminar con esa impunidad, la que rodea atentado a la AMIA y a otras injusticias sociales, como la mencionada de la pobreza y la indigecia, es el desafío que enfrentará Fernández.

Concluyo con un mandato de la Biblia, muy citado por la AMIA desde 1994 y que se puede extender a la sociedad y la dirigencia argentina en sus diferentes ámbitos:

«Seguirás la justicia y solamente la justicia, para que puedas vivir y poseer la tierra que te da el Señor tu Dios».

Deuteronomio 16.20 Nueva Versión Internacional (NVI).
César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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