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En un par de horas cumpliré 56 años en esta tierra de los vivientes. Y elegí un salmo para conmemorarlo: el… ¡56!

Es una oración de confianza a Dios, que transcribo a continuación, según la Nueva Versión Internacional (NVI) de la Biblia:

Ten compasión de mí, oh Dios,
pues hay gente que me persigue.
Todo el día me atacan mis opresores,
todo el día me persiguen mis adversarios;
son muchos los arrogantes que me atacan.

Cuando siento miedo,
pongo en ti mi confianza.
Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal?

Todo el día tuercen mis palabras;
siempre están pensando hacerme mal.
Conspiran, se mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan todo lo que hago.
¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos!
¡De ningún modo los dejes escapar!

Toma en cuenta mis lamentos;
registra mi llanto en tu libro.
¿Acaso no lo tienes anotado?
Cuando yo te pida ayuda,
huirán mis enemigos.
Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en el Señor y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal?

He hecho votos delante de ti, oh Dios,
y te presentaré mis ofrendas de gratitud.
Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos,
me has librado de la muerte,
para que siempre, en tu presencia,
camine en la luz de la vida.

En estos tiempos de pandemia del coronavirus, el miedo y la incertidumbre pueden ser abrumadores, aunque en mi caso no tuve hasta ahora esas emociones.

La experiencia de David en el salmo 56

David, el autor del salmo, temió por su vida, pero descubrió que la respuesta al miedo era confiar en Dios.

El contexto cuando escribió este salmo es el siguiente: David había sido capturado por los filisteos en la ciudad de Gat. Fue golpeado y atacado. Sin embargo, confió en Dios en medio de todo:

"Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo"

Hay momentos en la vida en los que estamos bajo ataque. Puede ser un ataque espiritual. O cuando somos atacados por otras personas, ya sea por los vecinos, o por personas más lejanas o en el trabajo.

Cualquiera que sea la causa del temor, mi recurso es poner mi confianza en Dios como lo hizo David:

"Confío en Dios y no siento miedo."

Este salmo termina en una nota de triunfo y liberación:

"Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos,
me has librado de la muerte,
para que siempre, en tu presencia,
camine en la luz de la vida."

David agradeció a Dios por liberarlo. Y yo hago lo propio con estas palabras a mis 56 años, que cumpliré el 30 de julio:

Dios, hiciste todo lo que prometiste, y te lo agradezco de todo corazón.
Me sacaste del borde de la muerte, no dejaste que mis pies resbalaran.
Ahora ando delante de Dios en los campos iluminados por el sol de la vida.

Nota de R.: la fotografía superior fue tomada por un servidor el 7 de noviembre de 2019 en el muelle del parque nacional Arrayanes, Neuquén, en la Patagonia argentina.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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