La pandemia del coronavirus y el confinamiento social para ralentizar su propagación arrasan desde marzo en Buenos Aires con la actividad gastronómica, escenario de muchos momentos de buena vida de miles de personas, entre ellas este servidor.
Al cierre de El Trapiche, el querido y tradicional bodegón del barrio porteño de Palermo, se sumó otro más entrañable aún para mí: Pippo, el restaurante que fue un clásico de la gastronomía porteña.
Fundado en 1937, estaba ubicado en Montevideo 341, a pocos metros de la avenida Corrientes.
Pippo y sus pastas abundantes
Mis padres me llevaron desde niño a disfrutar sus famosos vermicellis al tuco y pesto, acompañados con Bidú Cola, una gaseosa con una botella de diseño singular.

Luegos disfruté esa pasión por las pastas (podía comer dos platos enteros seguidos…) en la adolescencia y la juventud, luego de ver películas o recitales con amigos.
También fui con mi esposa y mis hijas algunas veces a este lugar, donde además de las pastas, había una buena propuesta de carnes vacunas a la parrilla.

El restaurante era sencillo, con tubos de luz azul, manteles de papel, vino en pingüino y platos desbordantes.

Muchas veces debíamos con mi familia esperar parados afuera o dentro del local a que quedara una mesa libre. Una vez sentados, disfrutábamos del ambiente informal del lugar.
Pippo creció y extendió su local a la calle Paraná, cuya operación se dividió de la empresa matriz y no fue afectada por este cierre, aunque carece de la magia del lugar de Montevideo.
Testimonios de clientes
Me enteré de esta triste noticia gracias a una nota de mi querida compañera y colega Graciela Moreno, sobre quien te conté en este artículo.
Compartí la nota de Graciela en el diario BAE Negocios, que puedes leer aquí, en mis perfiles en redes sociales.
Sucedió algo que refleja muy bien el impacto de esta pérdida. Mi publicación en la red social LinkedIn aquí de la nota de Graciela tenía al momento de publicar este artículo más de 110 recomendaciones, más de 40 comentarios y casi 30.000 visualizaciones.
Comparto a continuación algunos de esos comentarios en mi publicación en LinkedIn:
Siento que me robaron parte de mi vida. Lo comentamos con muchos amigos que solíamos frecuentar las mesas de manteles de papel. Creo que el GCBA debería proteger estos íconos que hacen la historia de nuestra querida Buenos Aires. Una gran tristeza.
Gabriel Suárez
Soy otro afectado por la noticia, en la década del 70 era un placer comer sus ravioles en sus manteles de papel.
Jorge Alberto Montes
Yo también iba con mis padres y trabajo (hasta antes de la cuarentena) a unas cuadras. Puedo asegurarte que el restaurante ya venía golpeado, no fue solamente por la pandemia. ¡Comparto tu pena!
Myrna Borello
Cuantas noches largas y terminar en Pippo con un pesto y tuco y a dormir.
Juan José Dell’Acqua
Sabes Cesar a mí me pasa lo mismo, mi papá me llevaba a comer tallarines con salsa y estofado.
Gustavo Puzzolo
Uff ayer lo comentábamos con los ex NCR. Un clásico en aquellas noches largas donde había que “compilar” algún software de cajeros automáticos u otro software que llevaba 8 hs y se hacía después de hora. Obvio tuco y pesto no fallaba. Junto con el Gato Negro dos pérdidas históricas en la zona.
Julio César Fuoco
Lamentable, y muchas veces no nos damos cuentas de las pequeñas cosas que vamos perdiendo con el pasar del tiempo, sobre todo en lugares donde vamos dejando lindos recuerdos.
Fabián Descalzo
Recuerdos de Pippo en video
A continuación, algunos videos acerca de Pippo, con testimonios de clientes:
Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas de la página de Pippo en Facebook.