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Quizás es un poco apocalíptico, catastrófico, dramático y jugado, pero nos preguntamos, ¿Puede ser el 2023 el último año en el que hablemos de redes sociales?

Podríamos decir que están mutando, que hay cambios, que va a durar mucho tiempo, que hay que ser pacientes y prudentes, pero preferimos jugárnosla y decir que sí, que las redes sociales han iniciado el camino inevitable de desaparecer.

¿Para siempre? Claro que no. Si algo nos ha demostrado la historia en general y la del mundo digital en particular es que todo vuelve y de eso también vamos a hablar.

Pero empecemos por lo primero, ¿qué está pasando con las redes sociales? Desde el surgimiento de Facebook y Twitter que empezamos a usar el término y a masificarlo, pero sobre todo empezamos a pasar gran parte de nuestro día en esas plataformas, a mirar el contenido de nuestros amigos, a comentarlo, compartirlo y guardarlo.

Como dijo el filósofo Bernard Harcourt, «para muchos de nosotros, la existencia digital se ha convertido en nuestra vida, el pulso, el flujo sanguíneo, la corriente de nuestras rutinas diarias».

Nos reencontramos con viejos compañeros de escuela, nos hicimos amigos nuevos, empezamos a saber de la vida de personas que no veíamos hace muchísimo tiempo, pero todo dentro del rango de nuestra historia o nuestros intereses particulares.

Hasta que llegaron los «influencers», muchos influencers, muchísimos, tantos que hay más de 50 millones de personas en el mundo que se definen como creadores de contenidos. Un montón, ¿no?

Y para nosotros, simples observadores, nos generó un problemón del que ya hemos hablado acá: si hay tantas personas para seguir, ¿cómo cxrxjx definimos a quién seguir?

En este texto hablábamos de como la paradoja de la elección nos lleva a una situación donde no tener opciones es casi tiránico, tenerlas nos libera, nos da la sensación alegría, pero tener demasiadas puede ser angustiante y hasta todavía más tiránico que no tenerlas.

En esa nota recordábamos el estudio que se hizo con las góndolas de mermelada y su concluyente resultado, pero ¿acaso no está pasando lo mismo hoy con las noticias? ¿No es este el problema de la abundancia de información que genera que técnicamente no sepamos nada?

Y estábamos en ese baile donde no sabíamos bien qué fuente de información tomar cuando apareció TikTok para darnos una mano en intentar ayudarnos con esa angustia, y bien que lo logró: un algoritmo que funciona como editor y nos ayuda a ver contenidos que nos interesan.

Pero no solo eso, esa sensación abrumadora respecto a la cantidad de personas a seguir también nos hizo consciente de nuestra propia privacidad, y así se refleja en el uso de las plataformas: según el propio Adam Mosseri (Nota de R.: director de Instagram) hoy lo más usado de Instagram son las historias y los mensajes privados, es decir, contenidos efímeros y conversaciones privadas.

Mosseri contesta a las quejas sobre el poco contenido que estamos viendo de nuestros amigos con una sentencia indiscutible: «Es que tus amigos ya no suben nada a su feed».

Y entonces, volviendo a la primera sentencia, las redes sociales son cada vez menos redes y cada vez menos sociales, al menos en su uso público y son cada vez medios de recomendación, o «recommendation media» que compiten más con Netflix que con la posible conversación entre pares.

El entretenimiento y el nuevo mainstream pasan a las recommendation media y ¿qué hacemos con nuestra vida social y nuestras conversaciones?

Como dijimos al principio, la historia es cíclica y la vuelta de los foros privados y anónimos de discusión que emulan a los BBS, a Psicofxp y a tantos otros son un hecho.

Discord, Reddit, la vuelta de Taringa, Telegram y, por supuesto, WhatsApp, son los lugares que usamos para comunicarnos con nuestros pares, pero también para armar grupos cerrados de afinidad o interés y donde encima podemos preservar mucho más nuestra privacidad.

Pero sigue faltando algo ¿no? Zoe Scaman (Nota de R.: fundadora del estudio de estrategia Bodacious) dijo que estamos en una crisis de búsqueda, de intercambio social y de «reach».

Aalgo de razón tiene, pero también es cierto que es una mutación y seguramente nos falten redes (¿Be Real?, ¿Retro?) que nos permitirán emular a la vieja Facebook o el viejo Instagram donde tengamos a nuestros amigos y círculos cercanos.

Por último, y como desafío pendiente, nos llevamos el cruce de los puentes y empezar a ver y conocer lo que hacen los otros. Los algoritmos de recomendación son muy buenos para mostrarnos cosas que asumen nos van a gustar y los grupos cerrados… bueno, son cerrados, pero ¿dónde está la sorpresa? ¿Dónde nos cruzamos con gente que opine completamente distinto a nosotros con la que podamos debatir y no gritarnos? Bueno, eso está por verse.

Juan Marenco Juan Marenco redes sociales

Director general ejecutivo de Be Influencers y miembro de la comisión directiva de Interact.

 

 


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