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Nota de R.: estas bendiciones fueron escritas durante las semanas que la Mesa Ecuménica se reunió cada martes, como te informé en esta nota, para «reclamar por el pan, para anunciar la plenitud de la vida y para compartir la esperanza del mundo mejor».

Bendición del chocolate («El pan de la niñez»)

Que el Dios que creó un mundo hermoso
para poder correr y jugar y reír
y vivir con una libertad que dignifica
te bendiga con abrazos de chocolate.

Que el Jesús nacido en un pesebre,
que fue niño de pañal y de llanto
y adolescente de travesura y de sueños,
te regale la seguridad de su compañía.

Que el soplo suave del Espíritu divino,
que sale por la tarde a jugar con las hojas
y que se divierte moviendo la nubes,
te impulse siempre por los caminos del buen vivir.

Bendición de los trigales («El pan en cada mesa»)

Que el Dios de la tierra y de los trigales,
de la lluvia y del sol, de la buena cosecha y del pan
nos regale hoy la seguridad del alimento
para cada mesa y para cada día.

Que el Dios de la ternura que cuida a sus hijos a hijas
nos acompañe en nuestras luchas y reclamos
por justicia, por dignidad y por vida plena.

Que el Dios que siempre caminó junto a su pueblo
marche a nuestro lado cada vez que salimos a la calle
para sensibilizar los corazones duros
y dar vuelta la historia inaceptable del hambre de nuestra gente.
Y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo
esté con todas y todos. Hoy y siempre. Amén.

Bendición desde la poesía («El pan de la cultura»)

Que la divinidad que escribió el primer poema
sobre las aguas del caos y de lo incierto
te bendiga con cuentos y poesía y melodías
que renueven tu alma y nutran tu mente.

Que la divinidad artesana y escultora
que amasó la vida desde su ternura de madre,
te conceda las fuerzas, el coraje y el amor
para seguir creando y pintando esperanzas.

Que la divinidad que abre caminos siempre nuevos
invente rumbos hacia la inclusión y la dignidad,
abrazando a quienes, desde el arte y la cultura,
nos regalan mundos donde soñar aún es posible.

Gerardo Carlos C. Oberman

Fuente: perfil del autor en Facebook.


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