Las 70 resoluciones de Jonathan Edwards son uno de los documentos más notables de la historia sobre disciplina espiritual personal, escrito no por un anciano estadista de fe, sino por un adolescente que enfrentaba una encrucijada existencial.
Estos principios elaborados meticulosamente darían forma a la mente teológica más grande de Estados Unidos e influirían en generaciones de pensamiento cristiano.
El crisol de la juventud: Orígenes de un plan espiritual
En 1722, Edwards, de 18 años, ministraba a una congregación presbiteriana fracturada en el puerto de la ciudad de New York, lejos de sus raíces en la ciudad de Connecticut.
En medio de esta agitación, comenzó a redactar lo que se convertiría en 70 mandamientos personales, no como reglas rígidas, sino como «ingenios» para alinear cada acción con el propósito divino.
El preámbulo inicial revela su comprensión fundamental:
«Siendo consciente de que soy incapaz de hacer nada sin la ayuda de Dios, humildemente le suplico por su gracia que me permita cumplir estas Resoluciones… por amor a Cristo».
Este reconocimiento de las limitaciones humanas enmarca todas las resoluciones posteriores no como lemas de autoayuda, sino como peticiones dependientes.
Anatomía de las resoluciones: Principios seleccionados
Si bien el espacio impide la reproducción completa aquí (la lista completa existe en documentos de archivo como la colección de manuscritos de la Universidad de Yale, y puedes leerlas en español aquí), las resoluciones clave revelan el enfoque sistemático de Edwards:
Tiempo y mortalidad
5. «Resuelvo nunca perder un momento de tiempo, sino aprovecharlo de la manera más provechosa que pueda.»
7. «Resuelvo nunca hacer nada que tendría miedo de hacer si fuera la última hora de mi vida.»
Vigilancia espiritual
56. «Resuelvo nunca darme por vencido, ni en lo más mínimo aflojar mi lucha contra mis corrupciones, por infructuoso que pueda ser.»
28. «Resuelvo estudiar las Escrituras tan constantemente… que pueda percibir que crezco en el conocimiento de estas.»
Ética social
36. «Resuelvo nunca hablar mal de nadie, a menos que tenga alguna razón particularmente buena para ello.»
70. «Que haya algo de benevolencia en todo lo que hable.»
Enfoque existencial
6. «Resuelvo vivir con todas mis fuerzas, mientras viva.»
52. «Resuelvo renovar frecuentemente la dedicación de mí mismo a Dios…»
Aspectos revolucionarios para una mente del siglo XVIII
Tres elementos radicales distinguen estas resoluciones de los escritos puritanos típicos:
- Dualismo temporal: Edwards yuxtapone constantemente las acciones inmediatas con las consecuencias eternas, como se ve en la Resolución 19: «Resuelvo nunca hacer nada, que tendría miedo de hacer, si esperara que no pasaría más de una hora antes de que escuchara la última trompeta.»
- Teología de la aflicción: La Resolución 57 instruye autoexamen: «después de las aflicciones, preguntarme qué soy mejor para ellas», una madurez sorprendente al considerar las dificultades como formativas.
- Autoexamen cuantificado: Mandó revisar semanalmente sus resoluciones, creando lo que el historiador Stephen Nichols llama «el primer sistema de responsabilidad personal de Estados Unidos».
- Relevancia moderna: más que reliquias puritanas
Los psicólogos contemporáneos destacan la comprensión profética de las resoluciones sobre la formación de hábitos. El énfasis en la gestión del tiempo de la Resolución 5 se alinea con las teorías modernas del «trabajo profundo», mientras que la revisión diaria de la Resolución 41 («en qué podría… haberlo hecho mejor») refleja las técnicas de la terapia cognitiva conductual.
El empresario tecnológico Tim Challies observó: «Edwards creó un sistema operativo para el florecimiento humano siglos antes de que Silicon Valley adoptara el término. Sus resoluciones combinan la visión espiritual con la iteración práctica».
El ser humano detrás del héroe
Las resoluciones adquieren intensidad a través de las luchas confesas de Edwards. La cláusula de excepción de la Resolución 36 sobre hablar en contra de los demás revela a un joven que lucha contra el prejuicio.
La admisión de la Resolución 56 de «corrupciones» en curso muestra una autoconciencia poco común en los líderes espirituales.
Como señaló el biógrafo George Marsden:
«Estos no eran decretos triunfalistas sino herramientas de supervivencia para un alma sensible que navega por las paradojas de la predestinación».
Legado: De notas personales a icono cultural
La influencia de las resoluciones se irradia a través de:
- Impacto familiar: los descendientes de Edwards incluyeron 13 presidentes de universidades y más de 100 clérigos.
- Influencia literaria: referencias directas en obras de Herman Melville y Harriet Beecher Stowe, y resoluciones como «Vive con todas mis fuerzas mientras viva», son un llamado que continúa desafiando a las generaciones a rechazar la complacencia.
Estas resoluciones perduran no como piezas de museo, sino como desafíos vivos a una existencia con propósito. Su mezcla de urgencia espiritual y sabiduría práctica explica por qué el erudito de Edwards, John Piper, concluyó: «Ningún documento fuera de las Escrituras ha moldeado más mi vida».
Adaptaciones modernas: las «Resoluciones evangélicas» de Tim Keller y el «Hedonismo cristiano» de John Piper tienen raíces conceptuales en el marco de Edwards.
Aplicaciones en la era digital
Los lectores modernos pueden implementar las resoluciones a través de:
- Ayuno de redes sociales: aplicación de la Resolución 15 («Nunca sufrir el menor gesto de ira hacia seres irracionales») a las interacciones en línea.
- Trucos de productividad: uso de los principios de tiempo de la Resolución 5 con herramientas digitales como RescueTime.
- Consumo consciente: la advertencia de la Resolución 40 contra la «inutilidad» de «la conversación» se aplica a las dietas mediáticas modernas.
Puedes leer las 70 resoluciones de Edwards en español aquí. Agradezco a Ruben Del Ré por la sugerencia de publicación de estas resoluciones.
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