Este 24 de abril se cumplen 97 años del genocidio armenio. Al respecto, te comparto este artículo del pastor Luis Viñas Deugudjián, de la Iglesia Evangélica Armenia, en el barrio de Flores, Buenos Aires, que explica lo ocurrido a partir de ese día, en una serie de matanzas donde murieron la mayoría de mis antepasados paternos y los de muchos amigos y conocidos míos de origen armenio.
“El 24 de abril se recuerda al millón y medio de armenios masacrados por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923, hace casi un siglo atrás. Nueve de cada diez armenios fueron eliminados en Anatolia (Turquía). Cientos de miles de personas fueron echadas de su lugar de residencia, condenadas a un exilio atroz en los desiertos de Siria. Muchos murieron de hambre, terribles enfermedades o simplemente asesinados durante su peregrinaje interminable. Mujeres y niños fueron raptados y abusados con crueldad. Toda la riqueza del pueblo armenio fue expropiada.
Esta fecha es reconocida oficialmente como el día cuando se inició el genocidio en 1915: cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos destacados fueron despojados de sus hogares bajo arresto e inmediatamente deportados para ser luego asesinados.
Sin embargo, nuestra historia no termina allí. Dios sostuvo a nuestros antepasados y abrió muchas puertas para que sigamos existiendo y prosperando. Así fue que a principios del siglo XX se instaló en Sudamérica una importante colectividad de armenios. Sin ninguna preparación ni conocimientos previos de la cultura, los armenios arribaron a la Argentina con muchos sueños y expectativas.
La colectividad armenia de la Argentina cuenta con aproximadamente 120 mil armenios. Los logros son muchos, cargados de extraordinarios testimonios de hombres y mujeres que relatan la forma milagrosa de salvación. Muchos aferrados a su fe en Jesucristo, expresaron con gratitud la solidaridad del pueblo argentino en abrir sus puertas a un pueblo sufrido, con heridas abiertas, recuerdos dolorosos y marcas imborrables en sus corazones.
Como miembros de una congregación cristiana que fue marcada con estas historias de vida y como hijos y nietos de aquellos hombres y mujeres que llegaron al país transidos por el dolor y la angustia pero con un corazón lleno de esperanza sabemos lo que es la marginación y el desprecio hacia el diferente. Por eso hacemos un llamado a todos los hombres y mujeres de buena voluntad al respeto e inclusión de los extranjeros e inmigrantes que hoy viven en nuestra nación.
Solamente en los barrios porteños de Flores (donde está nuestra iglesia) y Caballito conviven un 18% de inmigrantes de países hermanos y orientales. Por todos ellos intercedemos para que, tal cual lo viene haciendo nuestra iglesia desde el día de su fundación, sean beneficiarios de la comprensión, el respeto y la solidaridad de cada argentino.
Exhortamos a cada ciudadano y gobernante desde su lugar en la sociedad a dignificar nuestra condición de seres humanos, tal cual lo preconizara el poeta Rafael Amor: ‘No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo. Y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero’”.
Luis Viñas Deugudjián es pastor de la Iglesia Evangélica Armenia, Flores, Buenos Aires.