«El término sinfonía significa para mí con todos los medios técnicos a mi disposición, construir un mundo». La definición pertenece al compositor bohemio Gustav Mahler, uno de mis autores de música clásica preferidos.
La Sinfonía N° 9 es la despedida de Mahler de ese mundo musical (e incluso del terrenal, porque al poco tiempo de escribirla falleció). Es un desconsolado adiós a un mundo de inocencia y, en simultáneo, una visión de un futuro sublime.
El 17 de noviembre de 2011 pude escucharla, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Enrique Arturo Diemecke, en el Teatro Colón de Buenos Aires.
En la siguiente lista de videos que grabé hay partes de los movimientos 1º, 3º y 4º (completo en el último caso):
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=videoseries?list=PL178BC944CDB3B7B8&hl=es_ES&w=640&h=360]Es una obra compleja, que puede abrumar por sus contrastes, algo habitual en Mahler, que podía mezclar en un mismo movimiento partes serenas y delicadas con otros de música vulgar.
En el movimiento 1 se puede apreciar un sonido muy suntuoso y emotivo, con muchos contrapuntos cargado de emoción, como una metáfora del mundo del romanticismo del siglo XIX del cual Mahler, quien escribió la obra entre 1908 y 1910, se despide.
El movimiento 3 es el más difícil de ejecutar en toda la música de Mahler, por su sobrecarga de contrapuntos, su violento contraste con una sección sereno en el medio, hasta desembocar en una marcha furiosa.
El movimiento 4, que grabé por completo, se refiere a una despedida de la tierra y el ingreso a un mundo espiritual. Es agridulce, intenso, apasionado y extraordinariamente bello, y su final es delicadísimo. Es superior al famoso Adagietto de la Sinfonía N° 5, quizás la sección más conocida de Mahler en todo el mundo. El movimiento final de la 9° es uno de los puntos culminantes de este compositor y de la música universal.