En la Argentina no existe un espacio de diálogo, cultura y arte entre creyentes y ateos, como ocurre en algunas ciudades europeas, y que constituyen una oportunidad real de diálogo entre fe y razón.
Se trata de lugares simbólicos de diálogo entre personas deseosas de confrontar entre ellas los grandes temas del ser, de la existencia y del propio misterio de Dios.
En la Iglesia Católica Romana lo llaman como «atrio de los gentiles», un lugar donde recibir a los no creyentes y ateos que, de alguna manera, buscan a Dios.
Algunos de los temas que se tratan son los siguientes: «¿Podemos hablar de Dios?”; “Dios en la literatura actual y en los medios”; “La presencia de Dios en la lucha por la dignidad de la persona”; “Dios en el cine, hoy”; “La presencia de Dios en la vida pública”; “¿Podemos hablar de Dios desde el arte de hoy?” y “El silencio de Dios en la historia”.
A partir de estos temas se generan espacios para abrir un diálogo recíproco, enriquecedor y culturalmente estimulante, entre los cristianos y los que sienten lejana la religión.
Los expositores son representantes de la vida cultural, social y eclesial en la ciudad donde se realiza la actividad.
Por ejemplo, en una ciudad española, el director de un museo de arte sacro; el presidente de la Cruz Roja; la titular de una asociación de víctimas del terrorismo; un crítico de cine; el director de un observatorio de la inmigración; profesores, sociólogos, periodistas e historiadores.
Las actividades incluyen recitales de música cristiana moderna y clásica y la proyección de películas, como «De dioses y hombres» y «El festín de Babette«.
En la Argentina las iglesias tienen recursos humanos, intelectuales y de espacio para imitar este tipo de iniciativas.
El obstáculo a salvar, entre otros, es el espíritu de gueto, de barrio cerrado en el que están abroqueladas y encerradas muchas congregaciones.
(Esta nota propia fue publicada originalmente en la edición 228 de Pulso Cristiano.)
Muy cierto lo del gueto y me parece que tanto o más preocupante son el ánimo proselitista y la actitud de ‘conozco LA verdad’ que no permite la libre expresión de otras voces sin escandalizarse y sin querer poner ‘en vereda’ al que piensa distinto.