El miedo, el remordimiento y la renuencia me invaden,
con preocupación.
Lléname con tu shalom, Oh Dios.
Que tu shalom me rebase
desde la punta de mi cabeza hasta lo más bajo de mi pie.
Que tu apacible shalom mitigue la tensión
que frunce mi frente
y me mantiene despierto por la noche.
Que pueda yo respirar shalom.Mis relaciones no son lo que yo quisiera que fueran.
Me encuentro rodeado por gente, de la mañana hasta la noche,
y aun así mantengo mi distancia.
Lléname con tu shalom, Oh Dios.
Que tu shalom mitigue la distancia
y venza el aislamiento
dentro de mi comunidad de amigos
y entre mis seres queridos y vecinos.
Que juntos podamos respirar shalom.Este mundo está lleno de la locura de la violencia,
la insensatez de la venganza, la estupidez de la guerra.
Este mundo está lleno con vecinos que se oponen,
que tiran uno contra el otro.
Yo participo en esta polarización.
Yo promuevo el “para” y el “contra”.
Que tu shalom mitigue el malentendido
y el miedo que alimenta la guerra, la violencia y el prejuicio.
Que tu shalom se apodere de las naciones y de los líderes del mundo.
Que tu shalom me devuelva la voz de mi conciencia,
mi pasión por la justicia, y mi compromiso a la no violencia.
Que el mundo respire shalom.Que sea yo tu shalom en mi familia, entre mis amigos,
dentro de mi comunidad de fe,
en mi vocación y en el mundo.
Y cuando falle, que tu shalom acoja mi debilidad
para que aprenda a respirar shalom, una vez más…
Fuente: “Maestro de Paz: Jesús, el camino al Shalom”, de D. Stephen Jones, 2011, E.U.A. Baptist Peace Fellowship of North America, página 69.
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