Ayer fui crucificado con él;
Hoy soy glorificado con él.
Ayer morí con él;
Hoy vuelvo a vivir en él.
Ayer fui enterrado junto a él;
Hoy me elevo con él.
Ofrezcamos nuestro ser a él
Que sufrió y resucitó por nosotros.
Hagámonos divinos para él,
Porque él se hizo humano para nosotros.
Soportó lo peor para poder darnos lo mejor
Se hizo pobre para que por su pobreza nos hiciéramos ricos.
Aceptó la forma de siervo
Para que recuperáramos la libertad.
Se humilló para que nosotros fuéramos elevados.
Fue tentado para que a través de él pudiéramos conquistar.
Fue deshonrado para que nosotros fuéramos glorificados.
Murió para salvarnos.
Ascendió para que pudiéramos traerlo hacia nosotros
Que fuimos arrastrados hacia abajo por nuestros pecados.
Démosle todo, ofrezcámosle todo a él
Que se entregó por nosotros como rescate y reconciliación.
Necesitábamos un Dios encarnado, un Dios condenado a muerte
Para poder vivir.
Fuimos condenados a muerte junto con él
Para purificarnos.
Nos elevamos junto a él
Porque morimos con él
Fuimos glorificados con él
Porque volvimos a la vida con él.
¡Unas pocas gotas de sangre
renuevan la creación entera!
Oración pascual de San Gregorio el Teólogo, siglo IV.