A las 15.00 del 12 de enero de 2015 me encontré en la puerta del café Tortoni con Fernando Juliá, uno de mis 50 invitados para celebrar mis 50 años, una idea sobre la cual puedes leer más en esta nota.
El Tortoni fue el bar elegido por Fernando, también de 50 años y periodista como yo, pero la larga fila de personas esperando en la puerta activaron mi plan B: ir al bar London City, a pocas cuadras de distancia y también uno de los cafés notables de Buenos Aires.
Sentados en amplios y cómodos sofás acolchados, mientras afuera Buenos Aires se achicharraba en una de esas tardes de verano insoportables, disfrutamos de cuatro horas de charla, mientras Fernando se despachaba un par de cafés dobles con crema y tostados, y yo atacaba una merienda “New York”, compuesta por un café con leche, dos medialunas de manteca, una tarta de frutilla, waffles con Nutella y miel y masitas secas y húmedas.
Detallo la merienda porque es algo de lo que me une con Fernando: ¡nos encanta comer y beber bien!
En ese bar, célebre porque era el preferido del escritor Julio Cortázar, Fernando me compartió parte de su historia de vida que no conocía: cómo siendo un licenciado de química llegó a ser un periodista especializado en tecnología.
Las cuatro horas se pasaron velozmente, y sin necesidad de quedarnos con algo en el tintero, porque con Fernando compartimos coberturas de prensa, que muchas veces son excusas para despuntar este sano vicio de la amistad.