A las 14.50 del 14 de enero de 2015 entró al bar Nostalgia Irina Sternik, una de mis 50 invitados para celebrar mis 50 años, una idea sobre la cual puedes leer más en esta nota.
Bella, sensible, inteligente, pasional, Irina, la primera de mis invitadas con las que me reuní a solas, me propuso salir del bar y disfrutar del sol del verano en Buenos Aires en una mesa en la vereda. Una elección que expresa su vitalidad.
Antes de salir una moza nos tomó la foto que ilustra esta nota, aunque Irina luego prefirió tomar la siguiente autofoto.
Sentados en sillas de mimbre, repasamos con Irina parte de su vida (estos encuentros me permiten conocer mucho más a mis amigos), cómo llegó al periodismo y cómo superó recientemente un cáncer de tiroides, una enfermedad cuya terapia compartió por sus redes sociales para mostrar que no debe ser un tabú.
Luego de disfrutar de un par de cafés durante algo más de una hora, me llevó hasta cerca de su casa, orgullosa y contenta en su flamante automóvil, un Ford Ka.
Irina, de 38 años es así: le encanta compartir sus alegrías, y reserva sus penas y sus luchas para sus amigos, entre los cuales me honra estar y ser algunas veces su confidente.