A las 14.00 del 20 de mayo de 2015 entró al bar del hotel Claridge Alicia Giorgetti, una de mis 50 invitados para celebrar mis 50 años, una idea sobre la cual puedes leer más en esta nota.
Esta periodista de 48 años, oriunda orgullosa de Bragado, una ciudad del oeste bonaerense, me compartió durante dos horas y media, mientras saboreaba un café corto y yo la acompañaba con un agua mineral, algunas historias de su vida que no conocía.
Con Alicia compartimos desde hace 18 años coberturas en el sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Allí nos conocimos y construimos una amistad muy fuerte, con alegrías y tristezas compartidas.
Alicia tiene una mirada limpia y espontánea, rodeada de una larga cabellera de pelo negro. Al igual que mis otros invitados, siempre está vital y abierta a lo nuevo. Por ejemplo, al momento de encontrarnos tomaba clases de canto y de guitarra.
Nos despedimos con un “hasta pronto”, una frase que gracias a Dios es una realidad cotidiana, porque nos encontramos muy seguido.
Por mérito de ella nunca esa coincidencia en tiempo y espacio tiene aroma a rutina, gracias a su frescura y sencillez, que la distinguen en medio de las grandilocuencias porteñas.