Dios de ternura constante,
Dios de abrazo y protección,
danos de tu mano,
abundante bendición.
Como el calor que del pecho,
una madre te(nos) brindó,
danos de tu presencia,
para, así, vivir mejor.
Como el perfume agradable,
que nos habla del amor,
inspíranos a la esperanza,
con Jesús el buen pastor.
Sea su Espíritu tierno,
movilizando el amor,
sea el Dios amplio y diverso,
dándonos Reino y comunión.
Jorge Daniel Zijlstra Arduin
Fuente: Red de Liturgia del Consejo Latinoamericano de Iglesias.