Dios de nuestros padres y de nuestras madres,
Dios de los caminos recorridos y de los senderos por descubrir,
Dios desde siempre y para siempre,
en tiempos violentos e injustos,
en épocas de sociedades excluyentes,
en días de muros y de vallados,
en horas de incertidumbres y desconciertos:
¡Haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!
Dios de manos extendidas y de corazón generoso,
Dios de pactos que se renuevan y de gracia sin fin,
Dios cuya justicia lleva a la paz y a la plenitud,
abre los ojos de tu pueblo, para que no sea confundido,
abre los oídos de tus hijos e hijas, para que puedan escucharte,
sensibiliza a quienes te confiesan «Señor» para que puedan hacer tu voluntad.
¡Haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!
Dios de Efraín y de Benjamín, de Manasés y de Dina,
Dios de Haniya y Rashida, de Abdul.Hasib y de Mustafá,
Dios de Pedro y de Isabel, de Juana y de Esteban,
abraza con compasión a cada hombre y a cada mujer
que busca con sinceridad un modo de ser felices,
sin perder en la búsqueda su vocación solidaria.
¡Haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!
Dios, en un mundo en el que las ambiciones dominan,
en una tierra que ya no quiere hacerle espacio a los más débiles,
en un ecosistema que sufre a causa del abuso y la sobre explotación,
necesitamos que tu rostro resplandezca en medio nuestro:
¡Haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!
Autor: Gerardo Oberman.
Fuente: Red Crearte, bajo Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina.