Shenzhen era en 1980 un pequeño pueblo de pescadores del sur de China con unos 30 mil habitantes.
Ese año el Gobierno nacional la declaró como la primera zona económica especial y la industria se disparó. Y con ello, la demografía.
Hoy cuenta con algo más de 10 millones de habitantes y es una de las ciudades que más rápido creció en la historia mundial.
Este crecimiento le pasó una importante factura al medio ambiente y es habitual ver una mezcla de niebla y smog.
Sin embargo, el Gobierno regional busca mejorar las condiciones de vida en el «gran hormiguero», el sobrenombre de la ciudad.
Entre las medidas para reducir la generación de monóxido de carbono se encuentra el uso de energías renovables para alumbrar parte de la red de autopistas.
En la siguiente foto, que tomé el 12 de abril en Shenzhen, se observa que en cada luminaria hay un panel de energía solar y una hélice de energía eólica.
A estas medidas se suman otras como, por ejemplo, agresivos planes para aumentar la presencia de árboles y jardines en toda la ciudad y el reemplazo de los viejos micros por flotas nuevas de buses con motores eléctricos.
Así, Shenzhen es hoy una de las 10 ciudades con mejor calidad de aire en China, el país más contaminado del mundo.