El territorio vecino a una aldea de pescadores en el sur de China que tenía en 1980 unos 30 mil habitantes, hoy es una ciudad donde viven casi 11 millones de personas y donde el metro cuadrado del precio promedio de una vivienda subió más que en ninguna parte del mundo.
Me refiero a la ciudad es Shenzhen, donde estuve entre el 10 y el 14 de abril de 2016.
Tomé la siguiente fotografía a las 16.45 del día de mi llegada, después de un viaje de casi 48 horas de duración entre Buenos Aires y Shenzhen, con escalas previas en Frankfurt (Alemania) y Beijing, la capital china.
La foto fue tomada desde el hotel donde me hospedé, el Grand Skylight Shenzhen, en la avenida Shennan Este.
Tomé la siguiente fotografía el 12 de abril por la mañana, al igual que la otra imagen, en dirección al oeste.
En 1979, la vida de esa aldea de pescadores, vecina a la entonces colonia inglesa de Hong Kong, cambió cuando el Gobierno central decidió conceder a la ciudad el rango de prefectura.
En 1980 se la reconoció oficialmente como una «zona económica especial», la primera que se concedía en toda la República Popular China.
La declaración de zona económica especial, unida al bajo precio del suelo y de la mano de obra, provocó que muchas empresas de Hong Kong se trasladaran a Shenzhen, con el consiguiente auge económico y urbanístico para la ciudad.
En pocos años, Shenzhen pasó de ser un pueblo de pescadores a una gran metrópoli y uno de los principales centros de producción de China.
El siguiente dato no llama la atención si observaste las fotos: Shenzhen tiene la mayor densidad de población de toda China, alcanzando 5336,76 habitantes por km².
La producción económica de Shenzhen ocupa el cuarto lugar entre las 659 ciudades chinas (detrás de Beijing, Shanghái y Guangzhou).
En 2014, su producción económica total fue mayor que la de Portugal, Irlanda y Vietnam.
La ciudad está considerada como el Silicon Valley de Asia porque es la sede de algunas de las empresas de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) más exitosas de China, como Huawei, ZTE, Konka, Skyworth, Tencent, Coolpad, Gionee y DJI.
Sin embargo, carece del movimiento emprendedor y las universidades calificadas que hay en la famosa zona californiana, por lo que esa denominación es errónea.
Shenzhen es un enlace entre China y Hong Kong, y un centro de transporte de la costa meridional del país más poblado del mundo.
Sin embargo, la burbuja inmobiliaria amenaza a esta ciudad, cuyos precios de la vivienda subieron un 62,4% en abril respecto al mismo mes del año pasado, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.
Según la tradición china, los jóvenes deben tener una vivienda propia antes de contraer matrimonio, lo que supone para muchos de ellos una enorme presión psicológica y social, pero también financiera.
Entre junio y agosto de 2015, las bolsas chinas sufrieron un terrible desplome que hizo que dejaran de ser un canal de inversión valioso. El único camino que quedó fue el mercado inmobiliario.
El recalentamiento del mercado de la vivienda de Shenzhen se vio favorecido por la combinación de una relajación de la norma local del gobierno de la ciudad y las políticas de estímulo del Gobierno central, que abarataron los intereses del crédito y las hipotecas.
En próximas notas continuaré con este tema, mientras concluyo este artículo con este video propio, grabado el 13 de abril al mediodía.
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