Le temo al miedo que paraliza,
que debilita la osadía propia del evangelio,
relegando el potencial de su simiente transformadora
al mero cuidado de un selecto jardín individual,
desvestido de todo germen solidario.
Le temo a las instituciones religiosas
que le pone bozal a la palabra profética
y que todo lo transforman en dogma,
en doctrina, en ley, en obediencia,
en tema cerrado, en imposición.
Le temo a la rebeldía esnob, de escritorio,
que acomoda el discurso al viento de ocasión
y que nunca sudó en la calle,
marchando junto a quienes reclaman
desde el barro de sus derechos pisoteados.
Le temo a la manada tiktokera,
a la generación de la imitación
y de la imagen fugaz, sin memoria.
Y le temo a mis temores,
teñidos de prejuicios.
Le temo a la impunidad de los perversos,
al virus de la indiferencia social,
al dolor de un pueblo sin empatía,
a los odios que laceran vidas,
a la soledad impuesta a quienes luchan
por mundos más justos e inclusivos.
Le temo a las palabras tibias,
a los gestos vacíos,
a las miradas sin brillo,
a las mentes cerradas,
a las almas domesticadas,
a las teologías sin cuerpos,
descarnadas de la historia
y de las historias de las gentes.
¿A qué le temes tú?
Gerardo Carlos C. Oberman
Fuente: Perfil del autor en Facebook.