(A la luz de Marcos 13).
Tus palabras no pasarán,
maestro del mundo nuevo.
Aunque tantas veces las olvidemos,
ellas regresan como las lluvias de primavera,
como las olas que no pierden su amor por las orillas,
como los recuerdos de las personas amadas,
como los aromas perennes de la infancia.
En medio de la cacofonía
de una era que les teme a los silencios,
que ha perdido el gusto por las pausas necesarias,
tu voz nos habla desde los evangelios,
nos invita a la escucha serena
y nos envuelve con una calidez que esperanza.
Tus palabras echan fuera los temores,
iluminan rumbos, renuevan las fuerzas,
orientan las decisiones, sostienen el testimonio.En un tiempo de compromisos licuados,
de conformismos y de apatías generalizadas,
tus palabras, esas que nunca pierden vigencia,
nos convocan a la búsqueda continuada
del mundo mejor, de la creación restaurada,
de la justicia abrazando derechos,
de la gracia inclusiva venciendo exclusiones,
de los panes nuestros y las mesas solidarias.
En días de liderazgos ambiciosos y autoritarios,
tu voz nos recuerda la bendición de la humildad,
el privilegio de la vida compartida en comunidad,
de la libertad que no sabe de imposiciones dogmática
ni de obligaciones que esclavizan el espíritu
ni de manipulaciones alienantes.Algún día quienes se creen soles
y quienes solo saben de alunados odios
y quienes brillan como fugaces estrellas
y los templos de piedra sin alma
y las hermandades falsas
y las piedades ficticias
y todos los “yo soy” adulterados
caerán y dejarán de ser.Pero tus palabras resucitadas
seguirán resonando:
“estaré con ustedes,
siempre, cada día,
hasta el fin del mundo.”
Gerardo Carlos C. Oberman
Fuente: Perfil del autor en Facebook.