¿Cómo deben alimentarse los niños en sus casas? La pregunta tiene sentido ante la afirmación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que el sobrepeso y la obesidad son una pandemia, cuya prevalencia aumenta de forma alarmante en niños y adolescentes de todo el mundo.
La obesidad es una enfermedad caracterizada por la acumulación anormal o excesiva de grasa corporal, que es perjudicial para la salud. Es crónica y obedece a múltiples causas.
En la Argentina, según la segunda encuesta nacional de nutrición y salud, el 40% de las personas de entre 5 y 17 años tiene exceso de peso, un problema que afecta a un 13,6% de los niños de entre 2 y 5 años.
¿Qué pueden hacer las familias para lograr una mejor nutrición de sus hijos? En casa, organización especializada en el diseño de herramientas para el cuidado de la salud, desarrolló una guía de alimentación saludable para las familias, con pautas que ayudan a organizar la cocina.
Jaime E. Mazal, médico cardiólogo, especialista en salud pública y director científico de En casa, explicó en un comunicado que me envió esta organización que «durante la infancia y adolescencia se debe comer de todo, ya que cuanto mayor sea la variedad de alimentos que exista en su dieta, mayor es la posibilidad de que ésta sea equilibrada en relación con los nutrientes que se necesitan, puesto que comer sólo lo que nos gusta no garantiza un adecuado estado nutricional».
Con la guía que armó En casa, que forma parte de un programa integral de nutrición para chicos con sobrepeso u obesidad, esta organización pretende que las familias dispongan de herramientas y recomendaciones sobre alimentación y nutrición que les ayuden a elaborar una alimentación variada, equilibrada y respetando las costumbres y gustos familiares.
Entre las pautas generales de esta guía sobre cómo deben alimentarse los niños en sus casas, figuran las siguientes:
- Realizar cuatro comidas principales: desayuno, almuerzo, merienda y cena.
- Evitar el «picoteo» entre comidas. Se pueden incluir colaciones a media mañana y a media tarde.
- Respetar los horarios de cada comida.
- No llevar la fuente de comida a la mesa. Servir cada plato con su porción en la cocina.
- Evitar cocinar de más, a menos que sea para guardar luego en la heladera.
- Comer sentado en la mesa y no hacerlo de pie o mientras se realiza otra actividad.
- No recompensar los logros con comida.
- Beber entre seis y ocho vasos de agua al día. Evitar gaseosas, jugos de fruta procesados y aguas saborizadas.
- Limitar el tiempo dedicado a actividades sedentarias, en especial el tiempo que pasa frente a una pantalla, con un máximo de dos horas por día.
- Realizar actividad física programada de dos a tres veces por semana y mantenerse activo todos los días al menos 30 minutos con caminatas o juegos que requieran movimiento.
Para Mazal, «los cambios de hábito deben involucrar a toda la familia. De esta manera se hace sostenible. El niño no debe asociar que come de tal forma porque está enfermo. Es por ello por lo que en nuestro nuevo programa participan todos los familiares y se ofrece una mirada multidisciplinaria y protocolizada para lograr los resultados deseados».
«No buscamos que los chicos solo bajen de peso, sino que expresen todo su potencial de crecimiento y desarrollo a través de una adecuada alimentación. Para lograrlo, tanto ellos como sus familiares, deben conocer e incorporar herramientas y recomendaciones que les permitan elaborar una alimentación variada, equilibrada y personalizada, que respete gustos y costumbres familiares”, agregó el especialista.
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