El siguiente texto de Tomás Balmaceda responde a la encuesta ¿Quo vadis periodismo? Más información acerca de la encuesta aquí.
-En este tiempo, cuando crece la preocupación por la sostenibilidad de los medios, una inflación alta y una restricción severa en los gastos de los hogares; donde aumentan los costos operativos de los medios (en especial en la prensa gráfica), y hay un menor interés de los anunciantes y se estancan las suscripciones, ¿hacia dónde va el periodismo?
-Me encantaría tener la capacidad de conocer cómo será el futuro pero me conformo con jugar a la futurología: creo que la comunicación y las formas de la comunicación están siempre en constante cambio y mutación. De hecho, a lo largo del siglo XX hubo transformaciones muy profundas a las que nos acostumbramos y de las que sobrevivimos. Creo que estamos hoy en una coyuntura complicada pero no menos complejas que las de otros momentos.
Siento que el periodismo está en plena mutación hacia una nueva forma que aún no conocemos. Citando a Antonio Gramsci, «el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos…». Me parece que muchas veces se pronosticó la muerte de ciertos formatos, medios y hasta periodistas… y sin embargo siguen allí. Y las novedades que iban a traer los podcasts, los newsletters, los canales de streaming no son tan novedosas como se nos prometió.
Me parece que estamos en una era monstruosa pero eso no es necesariamente algo malo: estamos construyendo junto con las audiencias qué forma tendrán los contenidos informativos en esta nueva década del siglo XXI
-Frente al doble reto que implica la desconexión y la evasión de noticias, ¿hacia dónde va el periodismo?
-Me parece que estamos regresando a una “escala humana” de la tecnología: lejos de las promesas grandilocuentes que supo tener en el pasado, las personas buscamos personalización y relevancia. Queremos que los contenidos periodísticos se sientan “hechos para mí” (tal como los algoritmos de recomendación nos sugieren series y películas) y queremos que nos entreguen esos contenidos que sean relevantes para nosotros. Es por eso por lo que florece la influencia como una gran habilidad en estos tiempos: los influencers digitales entendieron el pulso de la época y nos ayudan a navegar en estas aguas. Quienes queramos comunicar podemos encontrar en ellos pistas para inspirarnos.
-Mientras la inteligencia artificial facilita la creación y difusión de «deepfakes», pornografía falsa y otras alteraciones, ¿hacia dónde va el periodismo?
-En un mundo en donde todo podría ser falso… ¿Qué podría valer más que saber la verdad? Y creo que es ahí en donde el periodismo encuentra su razón de ser. Pero para ser un faro que ilumine un camino hacia la verdad tiene que volverse confiable. Y en una era de escepticismo como la que vivimos hoy, eso es difícil. Solemos estar muy desconfiados de lo que nos informan, lo que trae muchos problemas.
-Ante una situación de precarización laboral, que, por ejemplo, en el caso de la Argentina se refleja en salarios de los periodistas por debajo de la línea de pobreza para una familia tipo, ¿hacia dónde va el periodismo?
-Aunque los medios en todo el mundo están buscando un modelo de negocio que sea sustentable en las condiciones actuales, siento que la situación es mucho más dramática en la Argentina. Soy de los que piensan que es la unión entre trabajadores la salida del atolladero.
Tomás Balmaceda
Tomás Balmaceda
Es filósofo, periodista y docente universitario. Trabaja en Viva y en La Nación. Sus últimos dos libros son «Cultura de la Influencia» y «Generación Invisible».
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