Los tres maderos están en la confluencia de los ríos Luján y Reconquista, en un jardín pulcro del Museo de Arte Tigre, en el norte del Gran Buenos Aires. Conforman una unidad escultórica llamada “Tótem 3” o “Tótem al cubo”. El autor es el arquitecto y escultor Guillermo Dergarabedian, y se puede visitar hasta septiembre de 2012.
La historia de estos maderos es singular: llegaron desde África para formar parte en la construcción de los diques del Puerto Madero, en Buenos Aires. Permanecieron por más de un siglo bajo las turbias aguas del Río de la Plata, conviviendo con ellas y fueron testigos ocultos y activos de la vida portuaria.
Cuando a fines del siglo XX se remodeló la zona, fueron víctimas del desguace, desarmados, arrumbados y abandonados en un final de escombros.
En esa solitaria agonía sobrevivieron, conservando en su naturaleza el misterio de la persistencia en la vida del rio. De ese lugar fueron rescatados por Guillermo, quien los transformó y llevó a esa esquina acuática del Tigre. Puedes ver fotos que tomé en este álbum en Flickr:
El devenir de estos maderos quizás sea una metáfora de los tiempos que vive hoy mi tío Guillermo (en la foto inferior, a la izquierda), una de las personas que más quiero y admiro. Un gran arquitecto que, pasados los 80 años de edad, encuentra en el arte escultórico una nueva veta para expresarse con materiales que formaron parte de sus obras o incluso del taller de carpintería de mi abuelo armenio Aram.
Este 30 de julio de 2012, fecha que publico esta nota en este blog, cumplo 48 años de edad. Al igual que los maderos levantados por Guillermo, que imaginan otros designios fuera del agua, para descubrir otros significados para perdurar en el tiempo, creo que Dios me tiene deparadas nuevas y hermosas sorpresas. Como está escrito en la Biblia, “ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman”.