Jesús Cristo, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo;
Ten piedad de nosotros.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, nos ponemos en oración;
Inclinamos toda nuestra vida delante tuyo.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, tócanos con tu amor.
Y en tu gracia permite que de tal manera participemos del pan y del vino;
Que seamos mas semejantes a vos.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, queremos compartir el pan y el vino como vos lo hiciste con tus discípulos en el Aposento Alto cuando anticipaste de esa manera la ofrenda de tu propia vida en la cruz.
Ofrenda grata a los ojos del Padre. Ofrenda única y definitiva por la que somos hijos de Dios.
Jesús Cristo, Cordero de Dios; signo de la Pascua que se hace real en tu cuerpo y en tu sangre;
Cuerpo que se da por nosotros, sangre del Nuevo Pacto derramada para nuestra salvación.
Jesús Cristo, Cordero de Dios te alabamos y te bendecimos porque en tu entrega confirmamos los hechos poderosos de Dios:
Como cuando Dios sacó a su pueblo de la esclavitud y el dolor guiándolo por el desierto hacia lugares de esperanza y plenitud.
Jesús Cristo, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos la santidad que nos compromete con los desiertos de los seres humanos.
Que no decaigamos en la fe. Que no prostituyamos la esperanza. Que no perdamos la comunión con tu Cuerpo que es tu iglesia.
Que no claudiquemos en el servicio.
Que en las cimas de la soberbia y la autosuficiencia miremos a Jesús Cristo, haciéndose siervo, lavando nuestros pecados.
Carlos Enrique Garcia
Fuente: Red de Liturgia y Recursos de Educación Cristiana de CLAI-CELADEC.