«Me gustaría que pudiéramos encontrarnos para una merienda en La Giralda, así combatimos el frío con un rico chocolate espeso y unos churros rellenos y, de paso, aprovechamos el menú para seguir con el humor que nos ayuda a seguir soñando como niños, aunque ya no tan inocentes».
La elección expresada en el párrafo anterior pertenece a uno de mis 50 invitados cuando le propuse reunirnos para festejar mis 50 años en uno de los bares notables de Buenos Aires.
Te contaré sobre ese encuentro en otro artículo. Estos festejos vienen muy bien, de los 50 invitados me falta apenas una docena, aunque estoy muy retrasado con los relatos posteriores a cada reunión. Más sobre esta idea de celebración de cumpleaños en este artículo.
Me reuní con mi amigo (su nombre lo develaré en la nota correspondiente) el 2 de mayo, en un sábado de fin de semana de feriado largo, por esa razón observará en las fotos que el lugar luce vacío.
Era una media mañana con tiempo muy inestable, ideal para refugiarse en este bar emblemático de Buenos Aires famoso por su chocolate con churros, y por su ambiente bohemio e intelectual y su decoración austera y original con paredes cubiertas de azulejos blancos y pequeñas mesas de mármol.
Los churros no son caseros pero llegan al local en bandejas repletas desde la fábrica La Estrella de Galicia, entre dos y tres veces por día.
Aquí la costumbre es tomar una taza de chocolate caliente con cuatro churros rellenos con dulce de leche.
Es una de las costumbres clásicas de la gastronomía porteña, ideal para estos días de transición entre el otoño y el invierno.
Debajo, una serie de fotografías que tomé con un teléfono móvil Nokia Lumia 1020.
La Giralda queda en la avenida Corrientes 1453, a pocos centenares de metros del Obelisco. Abre todos los días desde las 8.00 hasta la medianoche.