A las 15.20 del 26 de marzo de 2015 me senté en el bar La Puerto Rico frente a Ricardo Goldberger, uno de mis 50 invitados para celebrar mis 50 años, una idea sobre la cual puedes leer más en esta nota.
Médico ginecólogo, escritor, coreuta, periodista, este hombre de 57 años que me distingue y honra con su amistad conjuga en su persona una grácil elegancia al expresarse con una calidez serena.
Mientras merendaba un café con leche y luego un café cortado doble con una alfajor grande de maicena (lo acompañé con un café cortado con leche y después con un té con un par de medialunas de grasa), me contó de su nuevo oficio que agregó a mi lista del párrafo anterior: la docencia en la Universidad Nacional de Moreno, en el oeste del Gran Buenos Aires.
Charlar con Ricardo es un deleite: habla ordenado, articula muy bien sus expresiones y no tiene vergüenza o timidez de hablar de su vida.
Pero ese día llegó a un punto en que se plantó y me amonestó con cariño: “Bueno, pero hablemos ahora un poco sobre vos”.
Periodismo, literatura, música, fueron algunos de los temas que pasaron por la mesa de ese añejo bar donde gracias a Ricardo volví a comprobar porque es un tipo querible para quienes somos sus amigos.