«Yo soy el alfa y la omega,» dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de venir… «No tengas miedo; yo soy el primero y el último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre».
Apocalipsis 1. 8; 17-18
En Patmos, un lugar desconocido, nadie imaginaba que Dios se acercaría a un anciano pastor y profeta preso, que se encontraba alejado de sus amadas congregaciones.
Dios reveló estas palabras a Juan con el propósito de darle aliento, fortaleza, seguridad, certeza y esperanza a todos los perseguidos de las iglesias del Asia menor.
Desde nuestra realidad convulsionada encontramos, en la revelación dada al anciano en la isla de Patmos, una palabra llena de esperanza, que inspira y orienta a las comunidades de fe y su necesaria pastoral integral, contextual de consolación y profética en pos del Reino de Dios.
Desde la profunda crisis que se hace evidente, con la COVID-19, es que afirmamos nuestra no indiferencia y vocación a permanecer despiertos en defensa de la creación toda.
No nos une el espanto sino el amor, que es la fe en el Señor del tiempo, de la vida y de la historia.
Y es a él a quien te invito a tomar un tiempo y realizar esta lectura orante:
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia,
acudimos a ti desde la enfermedad y el sufrimiento de nuestros pueblos.
En tu palabra de vida encontramos
esperanza para este mundo desesperanzado,
y encontramos caminos de justicia, alegría y paz.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia,
danos del agua de vida, que cura y sana tanta enfermedad, egoísmo y exclusión.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y la historia,
ayúdanos a vivir en compromiso mutuo con todos los que nos rodean,
defendiendo y cuidando la vida, especialmente de los más desprotegidos,
afirmándonos como comunidades de esperanza, consuelo, y aliento.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia,
clamamos por la sanación y restauración de la casa común que nos diste,
en la seguridad de que otro cielo y otra tierra son posibles.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia,
desde tu gracia amorosa afirmamos que tu proyecto para la humanidad,
nunca fue un proyecto de destrucción, sino promesa de vida abundante.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia,
afirmamos que tu voluntad no es ni el dolor, ni la enfermedad, ni la muerte. Ninguno de los males que padece este mundo son tu voluntad,
sino que son parte de nuestro pecado.
Jesucristo, Señor del tiempo, de la vida y de la historia, te pedimos la fuerza,
el coraje y la voluntad para ser hacedores del bien en el día malo.
Conduce y fortalece a tu iglesia y a todas sus comunidades
para ser señales y signos, aunque pequeñas, de esperanza y vida buena. Amén.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA).
Fuente: boletín de noticias de la IEMA de junio 2020.