Repudio el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner ocurrido la noche del 2 de septiembre en la puerta del edificio donde reside en Buenos Aires. Se trata de un atentado contra la democracia. Un hecho de esta gravedad merece que la Justicia esclarezca con rapidez lo sucedido.
A partir del fin de la última dictadura cívico militar, los argentinos construimos una nación basada en el fortalecimiento de la democracia y la defensa de las instituciones que la sostienen.
Cualquier amenaza contra la dirigencia política, elegida por el voto del pueblo, es un ataque directo contra uno de los consensos y acuerdos fundamentales de la sociedad donde vivimos.
La violencia física y simbólica no pueden ni deben ser parte de una sociedad democrática. Y su defensa no puede caer en ningún tipo de grieta.
Luego de este intento de magnicidio, las dirigencias políticas, sectoriales y sociales deben actuar con responsabilidad máxima para construir puentes de diálogo y abandonar los enfrentamientos virulentos.
Los discursos y expresiones de odio esparcidos desde distintos espacios, y difundidos en plataformas de medios y entornos digitales, solo generan una escalada en violencia que debe ser detenida. La defensa de la democracia es un deber de todos.
Es tiempo de ponerle fin a los mensajes cargados de odio, espíritu revanchista, violencia. Nada bueno puede salir de allí.
Al respecto, te comparto una serie de reflexiones de Paula Canelo, socióloga y doctora en ciencias sociales, luego del intento de magnicidio a la vicepresidenta. Puedes leer el hilo completo haciendo clic en «leer toda la conversación en Twitter».
La trampa del odio es que es una escalera. Con escalones que podemos estar construyendo todos, nos demos cuenta o no.
«La derecha mata», «son todos fascistas», «son todos estúpidos», «ellos son el mal» también son discursos de odio.— Paula Canelo (@pvcanelo) September 2, 2022
También te comparto una publicación de Almendra Fantilli, comunicadora social y fotógrafa: