Skip to main content

El siguiente texto fue en respuesta a la siguiente pregunta: «¿Qué diferencia ha hecho Jesús en tu vida?» Más información sobre esta encuesta aquí.

¡Hola!

Conozco a Jesús hace mucho, mucho tiempo… Ni siquiera puedo precisar la fecha, ya que estuvo incluido en mi vida y en la de mi familia desde que tengo conciencia.

Les cuento. Mis abuelos maternos y paternos, sobrevivientes y huérfanos del genocidio armenio de 1915, ingresaron muy jóvenes a este país –la Argentina- con su bagaje de temores, incertidumbres, anhelos e ilusiones. También con su fe sólida en Jesucristo, ¡lo cual hizo diferencia! Su confianza en Dios y en su Hijo Jesús, había sido y seguiría siendo un fuerte sostén en las diferentes tormentas que tuvieron que atravesar.

Recuerdo el texto bíblico tantas veces citado por ellos: “Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación” (Salmo 90:1). Es una oración breve pero cargada de significado y agradecimiento profundos. En consecuencia, mis abuelos y abuelas dejaron un legado de buenos ejemplos y de fe a las siguientes generaciones.

Es así que entre juegos, afectos, historias y comidas compartidas, fui conociendo acerca de Jesús, el Hijo de Dios. En mi familia, Jesús no fue un rito carente de significado ni un personaje lejano, sino que formó parte de nuestra vida cotidiana.

En mis años de niñez la figura de Jesús estuvo asociada a las aventuras de su peregrinaje terrenal, a la admiración por la diversidad de milagros realizados, a su interés y simpatía por los niños y las niñas, y al impacto de su muerte y resurrección cuyo significado profundo obviamente no podía entender en esos años. No sólo fue importante conocer estos aspectos de su vida en la tierra, sino tratar de seguir el modelo de vida que Él proponía. Esto se traducía, por ejemplo, en valores como la solidaridad, el compañerismo, el respeto a los padres y los mayores en general, la responsabilidad, también el disfrutar de las cosas sencillas y de los vínculos, entre otros. Claro, desde mi entendimiento y alcance como niña.

En mi adolescencia, y de la mano del salto cualitativo normal de mi crecimiento intelectual, emocional y relacional, pude conocer otras dimensiones de Jesús. En ese tiempo creo que fueron significativos su estilo de liderazgo, sus enseñanzas –a veces tan simples como resonantes y, por momentos, enigmáticas-, pero sobre todo su caminar por este mundo dejando huellas trascendentes a través de los siglos hasta hoy. Como joven, claramente Jesús fue un referente que imprimió en mí la admiración y la motivación para seguirlo. No sólo eso, sino que comencé a integrarlo como sentido esencial de mi vida, lo cual me acompañó hasta el día de hoy.

Pocos años más tarde, en mi etapa de joven adulta y después de algunos rodeos, definí mi vocación: “ser psicóloga”. Creo que tuvo mucho que ver con identificarme humildemente con la misión de Jesús: aportar salud, bienestar al ser humano; en definitiva, VIDA. En ese sentido, Jesús fue y sigue siendo una gran inspiración. ¡Y eso es un gran privilegio para mí!

Cursar mi carrera en la Universidad de Buenos Aires, lejos de distanciarme de las enseñanzas de Jesús en pos de otras doctrinas, teorías o cátedras notables, -o de renegar de ellas- me permitió unirlas para el bien integral de las personas. No fue difícil lograrlo. Por el contrario, me resultó apasionante hasta el día de hoy. Y también permitió afirmar mi fe, lo cual de ningún modo es un salto al vacío.

Jesús continúa haciendo diferencia en mi vida también a través de mi práctica profesional –psicología clínica- con muchos pacientes cristianos. A través de ellos y de los cambios en sus propias vidas sigo viendo la vigencia del mensaje sanador de Jesús. Él no quedó en el personaje histórico, sino que continúa siendo Luz, Propósito, Camino y Vida, para todos aquellos que deciden seguirlo de cerca.

Para finalizar, cada día intento seguir conociendo a Jesús en mi andar cotidiano. Entre otras formas, y de un modo privilegiado, los diálogos con mis cinco nietas de diferentes edades (9, 10, 15, 19 y 22) también me ayudan a contextualizar las enseñanzas de Jesús en el siglo XXI. ¡Él sigue siendo actual! ¡Vale la pena conocerlo!

María Elena Mamarian

María Elena Mamarian

Licenciada en psicología. Desde hace 35 años y hasta la actualidad dedica gran parte de su día a su vocación, la psicología clínica.

Colaboró como voluntaria en diferentes roles en Eirene Argentina, institución dedicada al fortalecimiento familiar.

Organizó y coordinó varios grupos de ayuda mutua sobre distintas problemáticas.

Dictó charlas y clases sobre temas de familia para diferentes programas.

Autora de «Crecer con Sol», «Esperanza en medio de ilusiones perdidas» y «Rompamos el silencio –prevención y tratamiento de la violencia en la familia-«, de Ediciones Kairós.

Está casada con Rubén Partamian, tienen una hija y dos hijos y cinco bellas nietas.

Puedes leer las respuestas del resto de los encuestados aquí.


Si te gustó o sirvió algo que publiqué, te ofrezco dos alternativas para agradecer y permitir la continuidad de mi trabajo en Bahía César, haciendo clic sobre ellas:

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

One Comment

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: