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El siguiente texto de Fernando Krakowiak responde a la encuesta ¿Quo vadis periodismo? Más información acerca de la encuesta aquí.

No me preocupa tanto a dónde va el periodismo sino a dónde está. Siempre me gustó esa definición que le asigna a la profesión la responsabilidad de ser crítica, de difundir lo que alguien quiere que no se sepa y de poner el foco en lo que falta, porque para hacer propaganda están las oficinas de prensa. Sin embargo, molestar a los poderosos es un objetivo cada vez más difícil de cumplir en un contexto en el que la mayoría de los medios de comunicación de Argentina están asfixiados económicamente y tratan de salir adelante congraciándose con funcionarios públicos y anunciantes privados, los cuales no solo no realizan aportes desinteresados, sino que suelen operar desfachatadamente para frenar todo tipo de notas y muchas veces incluso se jactan de eso.

Alguno podría decirme que las presiones siempre existieron y cualquiera que haya trabajado en un medio de comunicación sabe que eso es cierto, pero en los últimos tiempos siento que es todavía peor. Las extorsiones cotidianas de los que ponen dinero y la permeabilidad de los que lo reciben dejan a los periodistas en un lugar de indefensión alarmante. Desde ya que no es igual en todos los medios, pero hay tantos lugares donde al periodista se lo entrega con una facilidad alarmante ante el primer llamado, ya sea modificando o levantando sus notas, sugiriéndole que no vuelva a decir lo que dijo o directamente prohibiéndole escribir o hablar sobre determinadas personas y temas, que uno tiende a creer que la libertad de prensa es una especie en extinción, justo cuando se van a cumplir 40 años desde la vuelta de la democracia. Remarco esto porque un periodista no ejerce la libertad de prensa cuando lo dejan investigar a unos, pero no a otros. Eso no es libertad.

Como si eso fuera poco, los periodistas también deben aprender a convivir con una nueva fauna de expertos SEO que viven tratando de seducir al algoritmo de Google para que el buscador le otorgue un lugar destacado a la producción del medio y así incrementar el tráfico. Hay varios consejos que sin duda son útiles, pero resultan desgastantes las recomendaciones para que las noticias sean “atemporales”, los títulos enigmáticos, haya subtítulos cada dos renglones, negritas por todos lados y sobre todo para incluir determinadas “palabras clave” en los primeros párrafos, que por lo general no tienen demasiado que ver con lo que se está escribiendo. Ese combo suele convertir a muchos textos en una basura ilegible, pero aparentemente efectiva a la hora de atraer a la audiencia, audiencia a la que se intenta monetizar fundamentalmente a través de la publicidad porque resulta imposible lograr que esos lectores paguen por los contenidos que se les ofrece. De hecho, no hay dudas de que esa labor «periodística» basada en fórmulas podría ser fácilmente reemplazada por la inteligencia artificial, aunque cualquier computadora verdaderamente inteligente debería negarse a que la sometan a semejante tarea.

Otra característica que se está volviendo distintiva de la profesión son los salarios miserables que se pagan. Si bien los trabajadores argentinos en su conjunto han venido perdiendo participación en el ingreso nacional durante los últimos años, en el periodismo esa tendencia es particularmente preocupante por una combinación de factores entre los que sobresalen la crisis del modelo de negocios y la incorporación creciente de mano de obra precarizada en un contexto de debilidad sindical por la existencia de un gremio fantasma que ya hace tiempo dejó de representar a sus afiliados. La consecuencia más evidente de esa situación es el pluriempleo para tratar de llegar a fin de mes con el lógico impacto en la calidad del trabajo periodístico.

En este contexto crítico, la polarización política tampoco ha ayudado porque llevó a muchos trabajadores a embanderarse partidariamente y optar por alguna de las trincheras existentes, en lo que pareciera constituir una vuelta al periodismo faccioso del siglo XIX, que antecedió a la profesionalización de la actividad.

Es evidente que el periodismo no atraviesa un buen momento, pero también es cierto que en este contexto aciago siguen apareciendo producciones interesantes, tanto en los márgenes de la industria, donde hay mayores libertades, como en los grandes medios de comunicación, donde sobreviven trabajadores que no se resignan y día a día tratan de honrar su profesión. No es mucho, pero al menos es una esperanza, en medio de la oscuridad dominante.

Fernando Krakowiak

Fernando Krakowiak

Fernando Krakowiak

Docente y periodista. https://www.researchgate.net/profile/Fernando-Krakowiak

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César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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