Dios de bases que afirman la vida,
de profundas raíces solidarias,
de alianzas por un mundo inclusivo, justo y de plenitud,
tú no estás en los poderes que oprimen,
no estás en la descalificación violenta,
no estás en el desprecio por quien sufre,
no estás en las políticas que ocultan alimentos,
no estás en la violencia sádica de quien reprime,
no estás ni en el carro hidrante ni en gases cobardes.
No, nunca has sido ni nunca serás un Dios
que se coloca del lado de quienes, sin misericordia alguna,
ostentan su miseria humana pisoteando a sus semejantes.Ayúdanos a confesarte y a proclamarte
como el Dios del pueblo, de la calle,
de las luchas por la dignidad y los derechos
que hacen de la vida humana y del cuidado de la creación
lugares donde tu gracia se revela
en la jubilación justa, en trabajo bien pago,
en alimento para todas las personas,
en salud de calidad, en medicamentos para quienes sufren,
en empatía por las personas migrantes,
en abrazos sinceros hacia quienes van cayendo
fuera de un sistema que solo se piensa en términos del mérito,
del éxito, del beneficio de unas pocas personas.Tu eres el Dios cuya propuesta tiene buenas bases,
no aquellas que pretenden imponerse
para mayor sufrimiento de tus hijas e hijos.«He visto la aflicción de mi pueblo y he oído su clamor…
por eso he descendido para liberarlos de la opresión de los tiranos».(Éxodo 3:7-8, adaptación).
Gerardo Carlos C. Oberman
Fuente: perfil del autor en Facebook.
Fotografías: somostelam.com.ar.
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