El suizo Roger Federer acaba de ganarle este 8 de julio de 2012 al escocés Andy Murray la final de Wimbledon. Obtuvo su 7° título en la “Catedral del Tenis”, recuperó el número 1 del ranking, y supera al estadounidense Pete Sampras en el récord de semanas como número 1.
Es una buena excusa para recordar un artículo del escritor estadounidense David Foster Wallace, publicado por la revista del diario The New York Times.
“La belleza no es el objetivo de los deportes competitivos, pero la alta competencia es un escenario central de la belleza humana”, decía Wallace, que “podría ser llamada belleza kinestésica”, que “no tiene nada que ver con el sexo o normas culturales”, sino con “la reconciliación del ser humano con el hecho de tener un cuerpo”.
Esa kinestesia, o lenguaje corporal, según Wallace, alcanza su máxima expresión en el gran Federer.
La nota, publicada en 2006, lleva por título “Federer como experiencia religiosa”, y allí Wallace comparó al suizo con Muhammad Alí, Michael Jordan y Diego Maradona.
Federer gana ante todo por “su inteligencia, su poder de anticipación, su sentido de la cancha, su habilidad para interpretar y manipular a sus rivales, para mezclar spins y velocidades, para desorientar y disfrazar, para usar previsión táctica y visión periférica y amplitud kinestésica en lugar de limitarse a un ritmo de rutina” y, finalmente, por “revelar los límites y las posibilidades del tenis masculino tal como se juega hoy día”.
Algunas de estas virtudes se pueden observar en este video:
Agradezco a Dios ser contemporáneo de este genio del deporte, que visitará la Argentina el 12 de diciembre.
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