Creo en el Espíritu de Dios,
que nos une como pueblo vivo
en este encuentro de hermanas y hermanos,
superando distancias, tiempos y matices.
Creo en compartir experiencias de vida
para seguir construyendo, juntos,
una comunidad que sueña,
que lucha y que vive en amor y verdad.
Creo en aprender de la Palabra
y creo en vivir la Palabra
en mi caminar de todos los días
por los senderos de Jesús:
en las risas y en los llantos,
en la casa y en la calle,
con amigos y adversarios.
Creo en un tiempo mejor
en el que la tierra volverá a producir,
en el que las personas vivirán con dignidad,
en el que los niños volverán a alegrarse
y los ancianos a sonreír,
y definitivamente cosecharán.
Creo en la promesa de una vida plena
para cada hijo e hija de Dios.
Creo en la música, los ritmos, las danzas,
los sonidos y los silencios,
que me acercan a Dios.
Y, por sobre todo, afirmo mi fe en Jesucristo,
el hombre Dios, el amigo y compañero,
que alimenta nuestra esperanza
y da sentido a lo que creo.
Autores: Pablo Rivoira, Mirta Reynoso, Gerardo Oberman, en un taller de liturgia, Tres Arroyos, Buenos Aires, Argentina, 5 de mayo de 1996.
Fuente: Red Crearte.