Skip to main content

Estoy junto a ti, Jesús,
en una cruz tan cruz como la tuya,
tan delincuente como tú,
tan maltratado y lastimado como tú,
tan condenado como tú,
tan insultado como tú,
tan abandonado como tú.
Pero, aún en medio de todo lo injusto,
hay en tu rostro algo
que no encuentro en el mío
y hay en tu alma algo
que no logro hallar en la mía.

Te he oído alguna vez hablar del mundo nuevo,
de un tiempo y de un espacio de plenitud,
de una humanidad restaurada,
de un templo limpio de hipocresías
y de un reinado sin tiranías ni opresiones.
Hablabas de amor, de un Dios de ternura,
enseñaste sobre la solidaridad
y hasta hubo quien dijo que multiplicaste panes y peces,
que comiste con la gente marginada,
que sanaste a muchas personas
solo por misericordia…

No te creí entonces,
porque el mundo nunca fue justo conmigo
y jamás conocí la compasión.
Por gritar mi rebeldía
ante un sistema que oprime,
por no acomodarme a una sociedad intolerante,
por no arrodillarme ante el poder corrupto,
me condenan y me exhiben aquí.

Me recordarán como delincuente,
pero tú me conoces de verdad,
compañero de cruces…
Los tribunales del mundo,
donde las verdades se compran
y donde las manos se lavan,
ya me han juzgado, al igual que a ti.

Dime tú, Jesús… ¿hay salvación para mí?

“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43)

Gerardo Carlos C. Oberman

Fuente: perfil del autor en Facebook.

Fotografía: cruces meteorológicas en el municipio de Hollenthon, Austria.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: