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Nota de R.: el siguiente relato describe en primera persona la situación grave que habitantes y familias de la ciudad de Quilmes Oeste, en el sur del Gran Buenos Aires, sufren porque la empresa estatal Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) no les provee agua en sus hogares desde hace 40 días, en pleno verano porteño. Luego del relato encontrarás más información sobre esta situación ante la cual AySA no da ni respuestas concretas ni soluciones.

Antes iba los domingos, ahora voy todos los días a la iglesia

En un ratito agarro el bolso y me voy para la iglesia. Ayer y anteayer también fui. El día anterior me tocó. Y el anterior del anterior. Hace ya como un mes que voy al templo a la vuelta de casa de lunes a domingo. Soy creyente, pero no tanto. Lo que pasa es que en la iglesia hay agua.

Todos los días, sin excepción, el mismo ritual: bolso, muda de ropa, toalla, champú, jabón y desodorante. Estoy sin agua y ahí puedo bañarme y sacarme el pegote terrible de este Buenos Aires caluroso, húmedo.

También me higienizo por la mañana y hago esto y aquello, indispensable para vivir aliviado.

AySA me dejó sin agua hace 40 días. Ni una gota. No es que entra un chorrito a la noche. ¡Ni eso! Además de bañarme cargo bidones y baldes y los traigo en el coche. Como quien no quiere cosa, silbando bajito mi oprobio.

Los vecinos de mi cuadra están en la misma, pero disimulan. ¡Son más dignos! Confieso (se me pegó el lenguaje eclesiástico) que no sé de dónde sacan el agua. Amigos de la Pachamama, seguro.

Ernesto afronta una enfermedad complicada, Napoleón –el más veterano- viene de una operación de exitosa del corazón. Lizzie está rabiosa. El pibe, tres añitos cumplió ayer. ¡Imposible celebrar!

-Este mes lo tengo todo de vacaciones, van a conocer lo peor de mí- me dice Lizzie, que no para de armar antorchas y carteles: “Devolvenos el agua y ponete a trabajar, AySA”.

-Pará- intento tranquilizarla, mientras le alcanzo más tela para completar otra tea.

Lisandro se crio hasta los 20 en el barrio. Y ahora, a los 50 el tipo vuelve hecho un señor. “¿Contento de volver al barrio?”, le pregunté, estúpidamente. “¡¡Arrepentidísimo!!”, me dijo una madrugada que entraba el auto. Nos más preguntas, señor.

Su vida, la de Lisandro, transcurre entre el trabajo y la casa. La casa de su hermano. La de su hermana. Ellos tienen agua. Ahí bebe, se lava las manos, se baña, almuerza, cena, se toma unos mates, va al baño… Y vuelve al trabajo. Los hermanos ya no lo extrañan más.

Agradecidísimo al pastor que no me cobra nada. Le prometí que el importe de la próxima factura va para la ofrenda.

AySA parece un amante despechado. Nunca dice nada. Se encierra en su mutismo. Jamás responde a los reclamos, no explica por qué no hay ni cuándo va a volver. Eso sí, cuando llamás la piba del call center te obsequia un numerito de reclamo inútil y te pregunta si sale agua por “la canillita de adelante”.

Vivo en un barrio de casas bajas en Quilmes Oeste, al sur del Gran Buenos Aires, donde los vecinos mal que mal nos conocemos. Estamos todos sin agua. También en los alrededores y más lejos.

Ya hicimos todo lo que marca el reglamento:

  • Reclamo con número y fecha al AySA.
  • Acudir al Ente Regulador de Agua y Saneamiento (ERAS) (controlan supuestamente a AySA, pero son todos parientes y amigotes).
  • Cruzar e interceptar a las cuadrillas que aparecen ocasionalmente por la región para avisarnos que «no hay presión».
  • Enojarnos en la «oficina móvil» que hace 20 años está en el mismo lugar de Quilmes.

Dicen que los caños son viejos, de fibrocemento, que no saben dónde están las válvulas, que hace mucho que no invierten. Lo de siempre. En realidad, nadie da la cara, salvo un tipo amable y agradable, un inspector que dijo llamarse Sergio y me aseguró: “AySA va a solucionar el problema”.

Con los vecinos seguimos bailando la danza de la lluvia todos los viernes. La lluvia es la única garantía de que caiga agua del cielo, baje la temperatura, algún vecino indigno deje de regar y recuperemos algo de presión, un chorrito que entre en la madrugada y nos haga soñar con una duchita fresca, la mochila del baño llena y el lavarropas en acción.

Como todos los veranos desde hace años, la ayuda viene del cielo, porque lo que es AySA y su pomposo Aguas y Saneamientos Argentinos nos deja con la lengua afuera.

Para colaborar con la difusión de esta grave violación a los derechos humanos como es la falta de suministro de agua limpia en tiempo y forma, podés hacer clic aquí, firmar la petición y hacerla correr entre tus contactos.

Gracias César por este espacio. ¡¡Muchas gracias!! Te dejo, me voy para la iglesia. ¡A bañarme! Después tengo una reunión con políticos de la oposición. Si ganan, prometen solucionar el problema. De vacaciones y sin tiempo… ¡es dura la vida del sediento!

David Kohler

Reclamos ante AySA por falta de agua en Quilmes Oeste

Habitantes y familias de la ciudad de Quilmes Oeste, en el sur del Gran Buenos Aires, sufren porque no tienen agua corriente en sus hogares desde hace 40 días, en pleno verano de Buenos Aires.

Desde hace más de 40 días niños, adultos y abuelos no tienen agua potable. Ni una gota. Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) no da respuesta y las personas afectadas andan con baldes y bidones.

La falta de agua limpia para beber, cocinar, ducharse e ir al baño pone en riesgo la vida de los vecinos por deshidratación y enfermedades.

Los vecinos deben acarrear el agua desde otros lugares de la ciudad y conseguir que parientes o amigos con mejor fortuna les presten sus baños para darse una ducha y hacer sus necesidades en un verano que no afloja con temperaturas que llegan a los 35°.

La empresa AySA no soluciona el problema pese a que el reclamo lleva años con resultados magros: chorritos de agua en invierno, nada de agua en verano.

Tampoco se hace presente para dar una respuesta a esos reclamos ni para explicar por qué no hay agua en las canillas. Lo único que brindó AySA son números de reclamo.

Jamás una explicación de la causa de la falta de agua. El diagnóstico más certero que dan sus cuadrillas cuando llegan a los domicilios después de mucho insistir es «no hay presión».

AySA produce –según sus datos oficiales– 250 litros de agua por día por persona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera, sin embargo, que 100 litros por día es suficiente para que una persona viva dignamente.

Obra paralizada de AySA en Quilmes Oeste

AySA, su contratada APCO y una misma pasión: aparentan que trabajan, pero no solucionan nada. Pozo en Mosconi y Lafinur, Quilmes Oeste.

No se conoce un solo spot publicitario en los medios de comunicación masivos y redes sociales para que los usuarios racionen un bien tan caro y escaso como es el agua potable.

AySA no educa sobre el valor del agua, no promociona su cuidado, no controla el derroche ni sanciona a los inconscientes. Por todo eso, tampoco puede proveer agua limpia a miles de clientes suyos.

Los vecinos afectados por esta situación grave reclaman que AySA brinde un diagnóstico de los problemas del agua por escrito y a través de voceros profesionales y competentes; presente los planes para solucionar la falta de agua indicando los plazos de realización; y provea agua potable en 24 horas a través de camiones tanque o cualquier otro medio de que disponga hasta que se solucione el problema crónico de la falta de suministro.

 


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