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El Día de Campo, la actividad anual que organizan Mazalán Comunicaciones, la empresa de Carlos Mazalán, y Carlos Pallotti, cumplió en 2023 su primer cuarto de siglo, y lo celebró un día después de la jornada habitual, el primer viernes de diciembre, debido a las lluvias fuertes que cayeron en Buenos Aires y sus alrededores el 1 de ese mes.

La edición 2023 de este homenaje a la amistad nacida en medio del trabajo, se realizó el sábado 2 de diciembre, en la quinta La Azulada, que Carlos Pallotti abrió con su inmensa generosidad a centenares de personas, entre las cuales estuvo un servidor, a quien los Carlos organizadores honran con su amistad.

Puedes leer sobre ediciones anteriores del Día de Campo en estas notas propias. ¡Muchas gracias a los dos Carlos por esta ceremonia de la amistad!

Unas semanas antes del Día de Campo, Carlos Mazalán nos propuso a mi amiga y colega Andrea Catalano y a un servidor que escribiéramos un texto para leer durante la celebración, con recuerdos de esta jornada desde el punto de vista de los periodistas.

No es la primera vez que disfruto de escribir a cuatro manos con Andrea. De hecho, escribimos así este libro.

Terminamos la edición del texto el mismo día, pero por la dinámica que tuvo la celebración, acordamos con Carlos Mazalán que se publicara en el sitio web del Día de Campo.  A continuación, el texto:

25 años del Día de Campo: recuerdos de periodistas

Estas palabras fueron escritas por humanos, no por un algoritmo de inteligencia artificial.

Venimos a celebrar la existencia y la vigencia del Día de Campo, que es como las matemáticas: suma alegrías, resta dolor, multiplica la felicidad y divide la tristeza.

Sin embargo, tuvimos el atrevimiento de preguntarle a la IA qué es el día de campo. Nos entregó generalidades:

“El día de campo es una actividad recreativa que se realiza en un entorno natural, como un parque, una finca o un bosque. Las personas que participan en un día de campo suelen llevar comida, bebida y equipo para pasar el día al aire libre. Las actividades que se realizan en un día de campo pueden incluir picnic, caminatas, juegos, actividades acuáticas o simplemente relajarse y disfrutar de la naturaleza”.

Luego, da recomendaciones sobre lo que hay que tener en cuenta para disfrutar un día de campo. Casi casi como esas «hermosas» notas SEO, con S, a las que quienes comenzamos participando del Día de Campo hoy nos ofuscan.

Hace 25 años, el Día de Campo comenzó como una celebración de menos de 100 personas, donde los periodistas éramos la mayoría de los invitados, y donde además de un gran asado regado de buen vino, disfrutábamos de un rico tiempo de encuentro.

Era y sigue siendo un espacio donde los periodistas nos reencontramos, y que hoy tiene un valor mayor, en un contexto de redacciones que funcionan en forma remota, con periodistas freelances que tienen muy pocos lugares y tiempos para interactuar cara a cara con colegas, más allá de conferencias y eventos.

Hace 25 años el ritual se repite. Aunque en estos 25 años hubo una excepción que confirmó la regla. Cada fecha elegida tenía un mal pronóstico del tiempo.

No sabemos a qué hechizos, conversaciones y fechorías varias acudía Carlos. Pero lo que pasaba era que en las horas previas caía un tormenta y en la madrugada del día elegido las nubes se disipaban y el día no podía ser mejor. Esta vez no ocurrió. Pero acá estamos porque no hay nada más humano que la espera, y la espera por la alegría del encuentro, de los rituales.

Lo que empezó como un encuentro de fin de año con periodistas, hoy está multiplicado por 10: hay empresas y sponsors que en esos años no existían, cambios profundos que trajo la tecnología, y los años acumulados… que también tienen sus consecuencias…

En los inicios del Día de Campo, muchos llegábamos en micros que partían desde el hotel Sheraton de Retiro. Algunos volvían después del almuerzo, otros regresaban hacia el final de la tarde. Todos siempre bien atendidos por las personas que trabajan junto a Carlos Pallotti y Carlos Mazalán.

Hubo años donde brillaron los juegos organizados o improvisados, las cinchadas, las acrobacias, los juegos en estructuras inflables, actividades como gimnasia, masajes, los infaltables partidos de fútbol, o de vóley, ping-pong y otros juegos en el quincho.

También estaban los juegos de mesa, como el pictionary, concursos de baile, el juego del sapo, hasta exhibiciones de panzas algo bizarras.

Hubo zapadas de música entre la casa de Carlos y la pileta, años donde todavía nuestros oídos no se engalanaban con los grandes artistas que ofrecen su canto y música en el día de campo.

Todos nos escapábamos de las redacciones para llegar a La Azulada y disfrutar. Muchas vinimos con panza estando embarazadas o con nuestros hijos en brazos. Algunos aprovechaban para irse al fondo y escuchar el sonido del viento con los ojos cerrados. Cualquier actividad era comunión.

Durante algunas ediciones del Día de Campo, los periodistas que llegábamos por nuestra cuenta antes del mediodía íbamos a La Orquídea, un campo de golf que está aquí cerca. Francisco Morere jugó al golf por primera vez en un día de campo, y despertó en él una pasión tan grande que hoy es profesor nacional de golf y organizador de torneos.

Incluso algunos hacían su programa de radio en vivo desde algunos de los ambientes de la casa generosa y abierta de La Azulada. No eran los tiempos del pódcast y el streaming sino de la radio por frecuencia.

Además de la música, el baile, tiempo para el descanso y la merienda con café o mate, cebado por Epifanio Blanco, el decano de los periodistas de tecnología, con las tortas fritas hechas al disco.

25 años es un número que deriva en recuerdos de aquellos que compartieron el Día de Campo, ya no están entre nosotros.

Por ejemplo, Rubén Levenberg, con quien nos reuníamos siempre a la tarde en uno de esos bancos antiguos de plaza que están bajo los árboles para hablar sobre periodismo y el negocio tecnológico, y crecíamos con su mirada aguda y su humor inteligente e irónico.

Darío Laufer, quien iluminaba el día de campo en las charlas con su sonrisa e inteligencia. Horacio de Dios, un prócer del periodismo.

El querido Guillermo Cacchione, quien al igual que Rubén y Darío, también partió ese mismo año 2017. Guillermo siempre nos recibía con una sonrisa, siempre buena onda. Flaco, generoso como pocos. Un gran tipo.

En este año 2023 que está por terminar nos dejó otro protagonista histórico del Día de Campo, Fernando Juliá, querido y apreciado por muchos que llegan a La Azulada.

Aunque era un bicho urbano, Fernando gozaba del Día de Campo, con el reencuentro con colegas y fuentes, con risas francas, los chistes malos, alguna alegría que deparaba ganar un sorteo.

Con los años, el Día de Campo creció a otros sectores y hoy los periodistas somos una parte más, minoritaria. Pero celebramos la existencia de este espacio generoso de fiesta.

Agradecemos a Carlos Pallotti y a Carlos Mazalán por organizar esta reunión para toda la comunidad tecnológica de la Argentina y más allá de ella, por mantener el espíritu de esta celebración en este cuarto de siglo.

Se nota que a los Carlos les gusta hacerlo, recibir tantos amigos, compartir casi sin tener que hablar de trabajo o de la coyuntura. Hacer algo por el disfrute en sí mismo. Es un gran día de camaradería franca y poco caretaje.

Agradecemos a los Carlos por su trabajo y a quienes trabajan con ellos desde hace meses, con proveedores, contratos, el mantenimiento de esta casa y parque, la logística, la seguridad, la sanidad, la salud.

Un agradecimiento especial a quienes trabajan en el servicio de la comida y la bebida, en la recepción porque sin ellos esto no es posible.

Hoy el Día de Campo cumple 25 años de encuentros. Y de puro agradecimiento. Porque gracias a los dos Carlos es posible que el ritual se mantenga vivo y que nosotros disfrutemos de estar vivos gracias a este ritual

Andrea Catalano y César Dergarabedian

Fotos y videos del Día de Campo 2023

Puedes ver el álbum oficial del Día de Campo 2023 aquí y otro colaborativo aquí.

A continuación, videos y fotografías tomadas por un servidor con un teléfono móvil Samsung Galaxy Z Fold 4.


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César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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