El día de los trabajadores del 2024 lo celebré de una forma especial: compartí una charla sobre tecnologías de la información (TIC) y la comunicación y bienestar, además de recursos para no acabar prisioneros de estas herramientas, en un templo cristiano porteño donde luego se sirvió un asado.
Ricardo Rocha, un amigo que conozco desde mi juventud, me había invitado en marzo a dar esta charla para el grupo de hombres de la Iglesia Evangélica Bautista del barrio porteño de Flores, una congregación que conozco desde mi infancia por la amistad de mis padres con la familia Bedrossian.
La charla que compartí el 1 de mayo pasado el mediodía antecedió al muy buen y abundante asado que se preparó en una parrilla que está detrás del templo y que se sirvió en mesas dispuestas en el lugar de culto.
Al inicio de la charla, pedí los oyentes que depositaran en una caja sus teléfonos móviles, como una prueba para comprobar si podían estar sin ellos durante la media hora que duró mi disertación.
Luego expliqué que en una era regida por la interconectividad digital, el bienestar digital es la búsqueda de una relación sana con las tecnologías de la información y la comunicación, tanto en nuestra vida laboral como personal.
Si bien los niños y adolescentes, quienes son los más vulnerables, suelen ser el centro de atención en las conversaciones sobre el bienestar digital, es un concepto que se aplica a todos.
En los últimos años se ha producido un debate continuo y retrasado sobre las desventajas de la conectividad digital y el uso excesivo de los teléfonos móviles y las redes sociales.
Hemos visto preocupaciones sobre la exposición de los niños a contenido dañino en TikTok y otras plataformas de redes sociales, sin mencionar las revelaciones de que Facebook es plenamente consciente de sus efectos dañinos en los niños.
Más recientemente, hemos visto el fenómeno del “sharenting” (padres que comparten demasiado la vida personal de sus hijos) siendo mirado con escepticismo en lo que respecta a cuestiones de privacidad y consentimiento.
En cuanto a los adultos, hemos visto niveles catastróficos de dependencia excesiva y agotamiento digital, por ejemplo, fenómenos como la «fatiga del Zoom», el uso de pornografía y tasas crecientes de soledad.
No podemos pensar en el bienestar de la persona sin tener en cuenta su bienestar digital, ya que una buena parte del día una buena parte de la población interactúa a través de pantallas.
Así como nos hacemos un chequeo anual para conocer nuestra salud, también podemos hacer un chequeo para conocer nuestra salud digital, entendiendo cuánto tiempo estamos en las pantallas y cuánto de este tiempo se lo lleva cada aplicación.
Tanto con Android como con IOS, los teléfonos ya vienen con la posibilidad de saber cuántas horas por día se está utilizando el móvil.
Por supuesto que no es la única pantalla, pero es por lo general la que trae problemas, porque es ubicua y la tenemos en la mano todo el tiempo.
Otro paso que podemos dar para gestionar el bienestar digital es ser usuarios más informados y que nos podamos preguntar quién está atrás de una plataforma, cómo están hechas las aplicaciones que uso todos los días y con qué las estoy pagando.
Fue un tiempo fructífero, según me dijeron en forma individual y grupal los participantes durante el asado y después de la comida.
Agradezco la invitación a los pastores Justo Janse y Miguel Ekizian, y al grupo por la organización de la actividad y tener en su radar a este tema necesario para nuestro bienestar.
Galería de fotos de la charla sobre tecnología y bienestar y el asado posterior
Te comparto a continuación fotos propias y otras tomadas por los asistentes a la charla.
- Los preparativos del asado.
- Las mesas en el templo, antes de la charla y el asado.
- El pastor Justo Janse, de pie, en la presentación de la charla.
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