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Las personas que vivieron, como un servidor, bajo la última dictadura cívico-militar que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983, tendrán entre febrero y marzo una oportunidad para recordar de primera mano las sonrisas que generó la revista mensual Humor Registrado en aquellos tiempos de horror y muerte.

En noviembre se inauguró «Nada se pierde. Dibujantes de Humor», una muestra organizada por el Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional que exhibe una selección de obras que describen los años de apogeo de la revista Humor, entre 1980 y 1985, y de sus ramificaciones directas en otros títulos de la década del 80, un lustro en que incidió como pocas, en la realidad política y en la vida cultural de los argentinos.

Emblema de la resistencia crítica a la dictadura y de la restauración democrática, la revista Humor legó una galería indeleble de portadas desde 1978 que se ofrece como la iconografía definitiva del período.

En la base de su andamiaje lo que hubo y la sostuvo fueron los dibujos. Ellos construyeron el primer lazo con el lector y amalgamaron la ecléctica suma de sus artículos en cada número.

Como escribió el curador José María Gutiérrez en el catálogo, «Humor nunca fue una revista de chistes, aunque por supuesto también los publicó. Y aunque aún en sus ilustraciones más dramáticas subyace una actitud de parodia, sátira o ironía, su humor era otra cosa que a veces podía no dar risa».

En la revista Humor, el humor hizo pensar. Y en Humor y en las otras revistas de Ediciones La Urraca -dirigida por un dibujante, Andrés Cascioli- el dibujo, las historietas, las viñetas unitarias y las ilustraciones fueron sustanciales a su fórmula, nunca un complemento o un camuflaje.

Dibujantes de Humor

La muestra presenta obras originales de treinta autores icónicos como Cascioli, Fortín, Izquierdo Brown, Fontanarrosa, Rep, Tabaré, Limura y Scafati, entre otros y de las revistas que salieron entonces a partir de Humor como El Péndulo, SuperHumor, Humi y ya en democracia la SexHumor, con la primera camada de humoristas mujeres como Maitena, María Alcobre y Patricia Breccia, destacando la amplitud de criterios del arte editorial de la última gran revista de humor gráfico de la Argentina.

Desde junio de 1978, cuando salió a la calle su número inicial, hasta la recuperación de la democracia, la revista dirigida por Cascioli apareció en 119 ocasiones.

A partir de la recuperación de la democracia publicó 447 ediciones hasta su adiós definitivo, el 18 de octubre de 1999, seis días antes de las elecciones presidenciales que ganó Fernando de la Rúa.

La muestra no incluye los textos de periodistas cuya lectura formaron a un servidor, como Mona Moncalvillo y Enrique Vázquez.

La revista sufrió la persecución y la represión de la dictadura, con límites a su circulación o directamente la cancelación de su aparición, como ocurrió con el número 97.

Los dibujos de la revista, cuyo lema era «la revista que supera apenas la mediocridad general», ayudan a evocar un pasado en tiempos cuando regresan voces de aquellos tiempos negros dispuestas a sumarse a los discursos de negación del horror de esa dictadura.

En la muestra también se exhiben elementos de trabajo, como lápices y plumines, tintas y temperas, rotring y pinceles que los dibujantes y parientes entregaron al Centro de Historieta.

«Nada se pierde. Dibujantes de Humor» se podrá visitar desde el 5 de febrero, cuando reabra la Biblioteca Nacional, al 31 de marzo, de martes a domingos de 14.00 a 19.00 en Agüero 2502, en el barrio porteño de Recoleta, con entrada libre y gratuita.


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César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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