Skip to main content

Hoy, 29 de septiembre de 2019, se cumple un año exacto de uno de los días más movilizadores de mi vida: mi llegada a Armenia, el país de mis abuelos paternos, Aram y Lousaper Dergarabedian, quienes debieron dejar su tierra de origen por el genocidio armenio cometido por Turquía.

Un siglo después de esos crímenes contra la humanidad que siguen impunes y sin reconocimiento por parte del país genocida, llegué al país de mis ancestros, luego de algo más de un día de viajes aéreos que había iniciado el 28 de septiembre de 2018 en Buenos Aires, como te conté en esta nota.

La primera integrante de mi familia que fue a Armenia después del genocidio fue mi hija, Agustina, quien vivió en tierras transcaucásicas entre abril de 2018 y febrero de 2019, un viaje sobre el cual te conté en esta nota.

Sobre este arribo personal y mi reencuentro con Agustina luego de casi seis meses, te conté en esta nota.

A partir de ese día, relaté el viaje en una serie de notas que escribía a la noche después de cada jornada, en un teléfono móvil desde el cual también publicaba el artículo.

Fueron notas escritas y publicadas casi en crudo, con una edición ínfima.

Un año después de ese viaje trascendental en mi vida, una herramienta nueva de Google Fotos, llamada Recuerdos, que selecciona imágenes a partir de una técnica de aprendizaje automáticos, me motivó a escribir sobre este periplo, con algo más de desarrollo que esas notas breves y casi en crudo.

No hay vuelos directos entre la Argentina y Armenia, por lo que se debe recurrir a combinaciones aéreas.

En mi caso, pude viajar en la mejor combinación: vía París, con Air France.

¿Por qué es la mejor? Porque es la que menos tiempo de viaje completo insume, con una sola noche a bordo de un avión, y una sola escala, en el aeropuerto Charles de Gaulle.

Además, llega a Ereván, la capital de Armenia, de noche, lo que facilita la adaptación a la diferencia horaria.

Entre Armenia y la Argentina, dependiendo la época del año, hay siete horas de diferencia.

Llegué a la mañana a París, con algunas horas disponibles para hacer una conexión tranquila en los cómodos y luminosos espacios de este gran aeropuerto.

También aproveché para practicar el hobby de la fotografía aeronáutica con una cámara Canon EOS 1300D.

Además, cargué las baterías de los teléfonos móviles para usar durante el viaje de París a Ereván, en un Airbus 320, y hacer fotografías aéreas.

Por ejemplo, las montañas de la siguiente galería son los Dolomitas, unas bellas montañas en el norte italiano.

¿Cómo sabía que eran los Dolomitas? Usé el GPS de un teléfono móvil y Google Maps.

La técnica es sencilla y no requiere conexión a Internet: hay que encender el GPS del equipo, sin necesidad de salir del modo avión, y abrir Google Maps, y colocar el móvil pegado a la ventanilla hasta que capte la señal de posicionamiento satelital.

El vuelo tiene una duración de alrededor de 5 horas y arriba de noche a Ereván.

Recurrí a Google Maps para seguir el aterrizaje, emocionado porque regresaba al país de origen de mis abuelos y por el reencuentro con mi hija.

Mientras el avión se aproximaba a Ereván, recordaba los relatos de mi abuela de cómo junto a su familia debió dejar su tierra y luego de pasar por Siria, El Líbano y Francia, llegó hace casi un siglo a Buenos Aires, donde se casó con mi abuelo Aram.

Luego de descender del avión, me tomé una autofoto con el avión que me llevó a Ereván.

En el aeropuerto, me esperaba Agustina, serena y tranquila como siempre…

Pese a que era otoño, hacía un calor propio del verano. Luego de ir en taxi al Daniel Boutique Hotel donde me hospedé los primeros días de mi estadía, Agustina me llevó a recorrer el centro de Ereván, donde nos tomamos esta autofoto, frente a la Plaza de la República.

Hermoso final de un largo día de viajes y emociones concentradas, y el inicio de jornadas inolvidables que continuaré relatando en próximas notas.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

2 Comments

  • Dafne Sabanes dice:

    Muy interesante y también emotivo que decidas hacer un relato más detallado de este viaje tan fundamental.En 2017 fuimos con Juan a los Pirineos vascos y atlánticos (en el sur de Francia) de donde vinieron nuestros respectivos abuelos y fue también un viaje revelador. Excelent el encuentro con tu hija! Gracias y seguiré tus relatos. Abrazo, Dafne

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: